lunes, 1 de abril de 2013

La gran contradicción (1a parte)


La Tierra es un planeta curioso. No es que me fascine pero, de todos los planetas a los que tengo que ir para mi revisión cada 5 años, el planeta Tierra es uno de los más interesantes. Cuando lo dejé habían avanzado mucho con la tecnología, por un camino poco saludable a mi parecer (pudiendo utilizar toda la técnica que tienen para aumentar sus capacidades intelectuales se emboban delante de cualquier pantalla que puedan tocar con los extremos digitales), pero no me toca a mí juzgar, solo hago un informe para saber cómo van progresando y si son merecedores de un contacto con nuestra raza. La última visita me demostró que no.
Llegué a aquel planeta con una mala sensación en el cuerpo. El ordenador de la nave me despertó y me dijo que ya habíamos aterrizado en el planeta. Esperaba que tardara un par de horas más, normalmente está un rato buscando un sitio alejado de todo ojo humano, cosa difícil en la Tierra. Salí de la nave y vi blanco. Todo estaba blanco. Hubiese sido normal si la nave hubiera aterrizado en la Antártida, o si mis pies se hubieran hundido unos centímetros en la nieve. Pero según marcaba mi brazalete, conectado al ordenador de la nave, estaba en medio de Europa, y mis pies tocaban un suelo duro artificial de color blanco. Di exactamente cuatro pasos y perdí el conocimiento.
Me desperté en ningún lugar. Estaba de pié en una pradera verde, no tenía mi brazalete. Mirara donde mirara solo había horizonte: una línea inexistente que separaba el cielo azul de un inmenso césped.
- Bienvenido, nuevo usuario. Escoja su nombre. – Oí esa frase tres veces, hasta que me di cuenta que me hablaba a mí. Provenía de ningún sitio. Decidí contestar.
- Me llamo Adam. – No es mi nombre, pero fue el primer humano que conocí y me vino a la cabeza.
- Lo siento, Adam ya está escogido. Le propongo Adam2208, SexyAdam24 o AdamAdam90.
- ¿SexyAdam24? – Pregunté extrañado. Nunca pensé que la tecnología humana pudiera volverme a sorprender después de las maquinas que hacen pizzas de los servicios de 24 horas.
- Bien, pues SexyAdam90 será. Disfrute de los servicios que ARL le ofrece. ¿Qué desea hacer?
- Me gustaría volver a mi nave. – Nunca le hubiera dicho a ningún humano que soy un extraterrestre que ha venido con una nave a su planeta, pero se notaba que aquella voz era robótica y la situación era demasiado confusa como para no intentar decir esa frase.
- Selección no procesable. Pero podemos traer su nave aquí.
Una gran luz me cegó y cerré los ojos. Cuando los abrí estaba mi nave delante de mí. No podía creer lo que veía. La última vez que vine los humanos estaban muy lejos de crear la tecnología básica para hacer teletransportar objetos, ¿Cómo lo habían conseguido? Toqué con mis manos la nave. La sensación era extraña, el tacto no era el mismo, pero realmente estaba allí y podía notarla en la palma de mi mano. La voz en off volvió a hablar.
- Le sugiero que vaya a los centros sociales que se adapten más a su perfil o a algún lugar de entretenimiento.
- ¿Qué vaya a dónde? Pero si aquí no hay nada, solo césped.
- ¿Desea conocer gente de su edad?
- Vale, ¿cómo llego? – Me intrigaba saber cómo llegaría hasta allí. Hace mucho tiempo que mi planeta descubrió que la teletransportación de seres vivos era imposible. No se puede transportar a alguien sin que se pierda la memoria totalmente. Pero mientras pensaba en esto otra luz me obligó a cerrar los ojos. De repente estaba en medio de Nueva York.
No podía ser. Aquella voz me había teletransportado a un lugar físico. No creía lo que veía. ¿Cómo lo habían conseguido? ¿Habría ido otra especie del universo tecnológicamente más avanzada a la Tierra a traer sus avances? No podía ser, mi planeta tiene todas las zonas habitables del universo controladas con controladores planetarios como yo. Aquello era simplemente imposible. Estaba en Nueva York. La Nueva York a la que estaba aburrido de ir: lleno de personas, taxis y centros de comida rápida. Tuve que calmarme, había sido entrenado para situaciones como aquella. El primer paso era calmarme y no pensar en que estaba en un lugar imposible y sin mi brazalete (sin posibilidad de volver a la nave). El segundo paso era analizar la situación, buscar un patrón o una rutina que en ese momento no existiera pero la última vez que vine sí que estaba (o viceversa). Me fijé en las personas que me rodeaban y que paseaban por aquella ciudad. Me di cuenta de inmediato: nadie llevaba uniforme. No había nadie con un uniforme o mono de trabajo. Recuerdo que la última vez que fui a esa ciudad choqué unas tres veces con personas trajeadas que corrían a trabajar. Eso también faltaba: no había nadie corriendo, todo el mundo estaba paseando tranquilamente. Todos tenían pinta de ser turistas, pero sin serlo: iban vestidos con ropa de calle, pero nadie tenía un mapa en la mano, o una cámara de fotos. Paré a una pareja joven que iba caminando.
- Perdonad – les dije – Estoy en Nueva York, ¿no?
Se miraron el uno al otro sorprendidos y el chico me dijo con una sonrisa burlona:
- Sí, claro.
- Es que, os sonará extraño pero no sé cómo he llegado hasta aquí.
- ¡Vaya!, pobre – dijo ella con compasión – habrá habido un fallo. ¡Jefe! – miró hacia el cielo. La voz que me dio la bienvenida hacía un rato volvió a hablar.
- Dígame MartitaLovesYou, ¿algún problema?
- Este chico de aquí está perdido, - se dirigió a mí - ¿a dónde quieres ir?
Estaba confuso, la miré a ella, pero no supe qué decir. No podía decirle “a mi nave”: rompería el código de los controladores planetarios. Me aventuré y dije lo que para mí fue una tontería.
- ¿A Tokio?
Sorprendentemente funcionó. La voz pidió disculpas, la pareja se despidió y volvió la luz cegadora. En un instante me encontraba en Tokio. Seguía bastante confundido, pero en ese momento ya tenía como controlar la situación:
- ¡Jefe! – Grité a cielo
- Dígame SexyAdam24.
- Llévame con mi nave, ahora mismo.
Volví a estar en el césped infinito, con mi nave justo delante. Me arriesgué otra vez y volví a llamar a mi anfitrión.
- ¡Jefe! Quiero conectarme a internet.
Una gran pantalla apareció delante de mí con la web de Google esperando a hacer una consulta. Intenté recordar todo de mi última visita cinco años atrás, ¿cómo dejé el planeta? ¿Hubo alguna cosa que pasé por alto, alguna noticia o situación a la que no di importancia? 

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