domingo, 30 de junio de 2013

Y el ganador es...

Hoy era el día en que finalizaba el sorteo del libro con los primeros 9 relatos del blog más uno inédito. ¡Gracias a tod@s por la participación pero sólo podía haber un ganador. En este caso ha sido ganadora:

Noelia Jenifer Banchero

¡Muchas felicidades! Espero que lo disfrutes. A los demás os deseo más suerte la próxima vez, cuando haga  otra recopilación con los siguientes relatos. ¡Estad atentos!

¡A leer, que son dos días!


sábado, 22 de junio de 2013

Mi segunda parte de la herencia (3a parte, final)

-¿Abuelo?
En una de las mesas, jugando a póquer, mi abuelo me mira. Su expresión cambia de sorpresa a confusión, pero luego se pone a reír.
-¿Ya la has liado? – Yo también empiezo a reírme, él se levanta - ¿Me has echado de menos?
-No te emociones, viejo. Que no estoy aquí por ti. – Su aspecto de anciano que tenía antes de irse no ha cambiado, pero su porte es joven y desprende vida, valga la ironía.
Nos damos un abrazo. Volver a notar su olor y su fuerza rodeándome me da paz. Me sacude el pelo tal y como le gustaba hacer antes de morir. Es él. Se me escapa una lágrima.
-Cabrón – le digo riendo y llorando – te fuiste y me dejaste con todo este lío. – Él me mira con condescendencia.
-Ya, lo siento, pero no podía hacer nada. Tenía prohibido contárselo a nadie. Pero ahora estamos los dos aquí, puedo explicarte lo que quieras, a eso has venido ¿no?
-Je, pues la verdad es que no, para nada. – Me mira confuso – Vengo a buscar a la primera enviada. Quiero que tenga una segunda oportunidad, igual que ella, - señalo a la chica pelirroja – Creo que este trabajo…
-¿Perdona? – La nueva enviada me interrumpe cogiéndome del brazo. – Yo no quiero una segunda oportunidad. Quiero morir.
Lo que acaba de decir me descoloca por completo. ¡Les estoy haciendo un favor!
Entonces lo recuerdo. Cuando a la primera enviada le expliqué lo que había heredado me besó. Ella sabía que si lo hacía podría completar su viaje. Una parte de mí no quiere entenderlo. Una parte de mí está convencida que lo que quiero hacer es lo mejor, las chicas se merecen otra oportunidad. Pero otra parte de mí sabe que no es lo que ellas quieren, su deseo es dejar el mundo de los vivos sintiéndose completos. Miro a mi abuelo, me sonríe.
-Me recuerdas tanto a mí de joven… - me dice – La herencia que acabas de recibir no es completa si no entiendes esto: todas las chicas que te enviarán merecen haber tenido una vida completa, pero ya están muertas. Ya no pertenecen a tu mundo. Por eso sus familiares y conocidos no la reconocen, porque no son las mismas.
Miro a la chica, a la segunda enviada.
-Pensaba que me acompañabas porque me apoyabas. – Le digo. Ella me dedica una sonrisa triste.
-Lo siento pero te he acompañado porque, desde el momento que me explicaste por qué había aparecido en tu casa y tu intención de ir a buscar a la otra chica, supe que debía venir contigo para que mi último deseo se cumpliera. – Me abraza, me besa la frente – Gracias por todo.
Desapareció. Una tarjeta ocupa su lugar. La cojo.
Objetivo:
Vivir una aventura
Cumplido

viernes, 21 de junio de 2013

¡Sorteo!

Recordad que aun hay tiempo para participar en el sorteo. Podéis ganar un libro con los 9 primeros relatos de este blog y uno extra. ¡Animaos! Solo tenéis que ir a la página del blog en facebook y seguir las instrucciones: https://www.facebook.com/oloralibronuevo
¡Mucha suerte!

Mi segunda parte de la herencia (2a parte)

Un chasquido muy fuerte suena detrás de mí y le sigue una voz de hombre pero muy afeminada. Me giro y veo a un chico delgado vestido de nylon blanco brillante.
-¡Buenas! Uy, tu eres el nuevo ¿no? ¿Ya estás pidiendo ayuda? Vaya… que nenaza eres  – Mi cara de asombro no pasa desapercibida. –Sorry, pero es así.  A ver, dime qué te pasa.
Me quedo en blanco. ¿De qué va este tío? Me fijo que tiene un brazalete con una pantalla llena de botones. Mientras me hablaba iba toqueteando el brazalete pero ahora está esperando a que le diga algo y tiene la mano derecha encima de aquel aparato, supongo que para escribir lo que le diga. Miro a la nueva chica enviada. Ella me sonríe con mirada pícara y asiente poco a poco. Me vuelvo a girar a aquél chico de blanco y la pelirroja dice:
-¡Ahora!
Los dos, la chica enviada y yo, nos abalanzamos al nuevo visitante, que parece un copo de nieve y lo inmovilizamos en el suelo. Le cojo el brazo y le miro el brazalete. Hay un botón grande y rojo brillante. Si algo he aprendido de las películas y series que he visto es que siempre hay que apretar el botón grande y rojo, aunque ponga “Don’t push”. Sobre todo si pone “Don’t push”.
Le apretó el botón y una luz nos envuelve y no desaparece hasta que todo al nuestro alrededor ha cambiado. Estamos en un hall de hotel lleno de personas vestidas de copito de nieve. La gente nos mira extrañados y con sorpresa.
-¿Dónde está? – Le digo a nuestro nuevo amigo mientras le cojo por el cuello del traje.
-Te lo diré, te lo diré. Pero no me pegues, que sangro mucho. – Levanta el brazo y señala hacia una puerta. – Por allí.
- Bien – Me levanto y lo levanto a él también. – Tú te vienes con nosotros. – Miro a la chica. – Vamos.
- Sí – Me dice animada y con una sonrisa.
Vamos con paso ligero hasta la puerta indicada tropezando con todo el mundo. Abro la puerta y llegamos a una habitación grandiosa dividida en dos partes, una es una recepción con colas de gente esperando y la otra es una sala de espera llena de personas jugando a cartas, leyendo revistas. Todas llevan un número colgando en cuello.
-Por aquí – Me dice el chico de blanco. – Ha llegado hace poco así que debe estar con los últimos. – Andamos entre las personas que estaban en la sala de espera hasta llegar a una mesa – Aquí está.

Lo que me enseñó no era exactamente lo que esperaba.

jueves, 20 de junio de 2013

"Respirar por la herida" - Víctor Del Árbol

Esta tarde ha habido la presentación literaria del tercer libro de Víctor Del Árbol. "Respirar por la herida" es una novela dura que explica las historias de las cicatrices de sus protagonistas. Ha sido un rato agradable en el que libro y escritor han quedado bien vendidos.






Ya estoy esperando la próxima presentación literaria. Aquí tenéis la web de Esparreguera Negra, para más información: http://http://esparregueranegra.wordpress.com/

¡A leer que son dos días!

Mi segunda parte de la herencia (1a parte)

Así que aquí estoy yo, con una tarjetita de lo que le faltaba hacer. Un sentimiento de rabia recorre mi cuerpo como un virus. Me levanto, salgo del tanatorio con paso firme y me dirijo a casa. Esto no puede quedar así. Voy a ir a buscarla, la volveré a traer y podrá aprovechar esta segunda oportunidad que le han dado. Llego a casa, me siento en la mesa del comedor y empiezo a leer el diario de mi abuelo. Estoy seguro que en esta libretita está la clave para traer de vuelta  a… a… ¡Jolín! No sé ni su nombre. Todo ha ido tan rápido.
-¿Qué haces? – Una voz dulce y delicada me sorprendió hablando a un palmo de mi oreja. Pegué un salto del susto y me quedé de pié, la silla cayó. Una chica desnuda. Otra chica desnuda. Esta vez es de tez blanca, con el pelo rizado y pelirrojo. Es como “Brave” de Disney pero con el pelo corto. Va tapada con la manta que dejamos siempre al lado del sillón por si hace frío. Se está riendo a carcajada limpia del salto que acabo de dar (puede que también de mi grito de barítono).
-¡Ostras, no me asustéis así! – Se seca una lágrima causada por la risa y me dice:
-¿”Asustéis”? ¿Yo, y quién más?
-Déjalo, es igual… ¿Sabes por qué estás aquí?
- No, la verdad es que no. –Se sienta en el sofá, recuerdo que debajo de esa manta no tiene nada y le doy las prendas que le presté a la anterior “enviada”.
-Anda, cámbiate en el lavabo, ahora te cuento de qué va esto.
Se levanta con paso animado, se quita la manta y se mete en el lavabo. Su actitud confiada y despreocupada, tan diferente a la chica anterior me confunde. Yo sigo leyendo el diario en el que salen recomendaciones que mi abuelo dejó pero al rato escucho sollozos que provienen del baño. Abro la puerta, la nueva chica está en la taza del váter llorando.
-Estoy muerta, ¿verdad? – Vale, eso sí que no me lo esperaba.
-Hey, tranquila, no pasa nada. Para eso estoy aquí. ¿Cómo sabes que… – no quiero decir “muerta”, es un término demasiado fuerte - …ya no estás viva?
-Recuerdo ir en el coche con mi padre, por un camino de montaña. Se nos cruzó un jabalí y él perdió el control. – me explica entre sollozos - Después de eso no recuerdo nada más. Si hubiera estado en coma o algo así estaría en un hospital, con bata. Pero supongo que esto es el cielo. ¿Tú también estás muerto?
Estoy sorprendido, parecía una chica muy ingenua, pero ha deducido todo eso en el poco rato que lleva aquí.
-No, yo no estoy muerto. Y esto tampoco es el cielo. En teoría debo hacer que consigas cumplir tu último deseo antes de ir al “otro lado”.
-Oh, vaya gracias…
-No, gracias no. No quiero este trabajo. Voy a buscar a una chica que se fue y luego renunciaré. El problema es que no sé cómo hacerlo.
-Vaya… ¿no te han dado un manual o algo?
-No, solo tengo este bloc de notas con consejos de mi abuelo, que tuvo este trabajo antes que yo. –Le doy el bloc para que lo vea – Pero no he encontrado nada útil aún…
-“Ayuda extra” – Lee ella en voz alta – “Si en algún momento crees que no puedes conseguirlo y se te acumulan ‘enviadas’ solo tienes que gritar fuerte ‘creo que no puedo conseguirlo’ y vendrán a ayudarte. Yo lo he utilizado un par de veces”
Le quité el bloc de las manos. Realmente mi abuelo había escrito aquello. No puedo creerlo, hay una posibilidad de contacto con quien sea que está detrás de esto. No pierdo nada por intentarlo.
-Vamos a ver si funciona, ¿no?
Ella asiente con una sonrisa, creo que también está emocionada pero no tanto como yo. Cojo aire por los pulmones, me encaro hacia el techo de mi comedor y grito.
-¡Creo que no podré conseguirlo! 

(Este relato es la continuación de "Mi parte de la herencia", puedes leerlo aquí: http://olor-a-libro.blogspot.com.es/2013/04/mi-parte-de-la-herencia-1a-parte.html y aquí: http://olor-a-libro.blogspot.com.es/2013/04/mi-parte-de-la-herencia-2a-parte.html )

miércoles, 19 de junio de 2013

Conejillo de indias (7ª parte, final)

Desperté con un fuerte dolor por todo el cuerpo, casi no podía ni moverme. A mi lado estaba el profesor. Miré a mi alrededor y me di cuenta que estábamos en el laboratorio. A mis lados estaban Sara y Alex, también en camillas.
-¡Hombre! – el doctor me abrazó - ¡Es una alegría verte despierto! ¿Cómo estás?
Fui a hablar y me di cuenta que casi no tenía voz.
-Estoy fatal – me reí con debilidad – Me duele todo ¿Cómo están ellos?
-Bien, bien… Bueno no. Están muy cansados, tardarán en despertarse. ¿Recuerdas que siempre que haces un gran esfuerzo con la fuerza luego estás muy cansado? Pues imagínate después de parar un cometa como hicisteis ayer.
Pensé: ¿Ayer? ¿Estuve durmiendo todo un día? Pero le pregunté otra cosa al profesor.
-Pero a mí me atropelló aquel pedrusco, debería estar  muerto, chafado, hecho puré…
-Sí, sí. ¿Recuerdas que me pediste una cosa antes de hacerte la operación? Me dijiste que querías que te injertara un chip para la aceleración arrítmica – lo miré confundido -, lo de curar con la luz azul.
-¡Ah! Sí, me acuerdo.
-Pues con el impacto del cometa se desprendió del lugar donde lo puse y ahora está en tu hipotálamo.
-¿Hipopotamoqué?
-Hipotálamo, la parte del cerebro que manda órdenes al cuerpo que no controlas, como respirar, pestañear, la temperatura corporal y esas cosas. Cuando llegaste aquí y te puse en la camilla estabas totalmente machacado no creí que sobrevivirías pero empezaste a brillar y te restauraste como método de supervivencia. ¡Es brillante! No sé cómo no pensé antes en localizar ese chip en el hipotálamo.

Yo me recosté en la camilla. Estaba vivo, no me importaba nada más. Bueno, había algo que sí me importaba más, estaba a mi lado. Alargué el brazo y le cogí la mano a mi hermano pequeño, esperando que se despertara. 

martes, 18 de junio de 2013

Conejillo de indias (6a parte)

Asintió un par de veces con el teléfono en mano. Colgó y me dijo:
-Ven conmigo – miró a Ana -. Tú, al coche.
Ana se apagó al instante. El profesor salió corriendo hacia un portón y yo lo seguí tal y como me dijo. Pasamos por unos pasillos y finalmente llegamos a una puerta que conducía a un garaje con un montón de coches antiguos. Se subió a uno de ellos y, cuando ambos estábamos dentro, el coche arrancó sin más y empezó a conducir sin que nadie tocara nada. Mientras, el profesor sacó un teléfono móvil de su bolsillo.
-¡Hay que llamar a los demás!
-¿A los demás? – pregunté extrañado - ¿Qué está pasando?
-¿Te suena una noticia que ha ido saliendo últimamente por las noticias sobre un cometa? – asentí – Pues en teoría iba pasar cerca de la Tierra, pero se ha desviado y va a chocar contra nuestro planeta. Los de la NASA querían hacerlo explotar con un misil, pero ya es demasiado tarde, los trozos caerían esparcidos por la corteza terrestre. Por eso me han llamado a mí. Necesito que con tus habilidades lo pares o por lo menos lo frenes.
-¿Yo solo? Pero si no he aprendido aun a controlar la fuerza.
-Tranquilo, no estarás solo. – Me sonrió – Creo que te vas a llevar una sorpresa.
Mientras teníamos esta conversación el coche había salido por un agujero situado en una parcela en obras y se había metido a la autopista. El doctor hizo dos llamadas comunicando a las otras dos “cobayas” el lugar donde nos íbamos a encontrar. A la media hora llegamos a un descampado enorme en el que no se veía ni un atisbo de vida humana. El horizonte lo rompían unas montañas lejanas. Al rato llegaron volando dos personas más. Un chico y una chica. Él me dio un saludo amistoso. Yo no creía lo que veía.
-Hola hermano – me dijo con una sonrisa – ¿Sorprendido?
- ¿Qué haces tú aquí? ¡Doctor! ¿Qué está haciendo él aquí?
- Tranquilo. No quise decirte nada porque él me lo pidió, pero ahora estamos en una situación crítica. No te enfades, pero en realidad tú eres el novato. Benja, te presento a Sara – nos dimos de la mano y me saludó con una sonrisa – ella fue la primera a la que contraté, hace seis meses. Y por supuesto conoces a Alex, tu hermano.  – Lo miré intentando proyectar la rabia que tenía a través de mis ojos – Él vino hace tres meses, hace una semana me dijo que probablemente vendrías a mi laboratorio y me pidió que no te lo dijera.
-Vaya, qué considerado…
-¡No hay tiempo para tonterías! Mirad, el cometa pasará por aquí en unos minutos, debéis subir hasta su altura y detenerlo, sino solo Dios sabe qué pasará. Empezad a concentrar vuestras fuerzas sobre tres kilómetros hacia adelante vuestro, el choque será muy intenso. Benja, tú te pondrás en medio, ya que eres el que menos controla la fuerza, los otros dos a los lados. Poneos así…
Nos agarró por los hombros uno por uno y nos colocó en la dirección a la que debíamos mirar.
-Chicos… - nos abrazó muy fuerte a cada uno y nos dijo con la mirada muy sincera: - no os muráis, siento haberos metido en esto, mucha suerte…
Nos miramos entre nosotros. Hicimos una señal confirmando que estábamos preparados y empezamos a subir. Yo me quedé un poco más atrás que mi hermano y Sara, mi carencia de habilidad era latente. Pudimos ver el cometa muy lejos, como una mota de polvo que poco a poco se hacía más grande. Tal y como recomendó el profesor los tres empezamos a concentrar la fuerza a una gran distancia por delante nuestro. Al principio parecía que el cometa no iba muy rápido pero en menos de tres segundos, para nuestros ojos, pasó de tener  del tamaño de un grano de arena al de una casa grande de tres pisos y aún no había llegado a tocar nuestro “campo de fuerza”. Cuando llegó tenía el tamaño de un campo de fútbol. Los tres notamos una gran presión. Daba la sensación que me arrancaba la piel con la fuerza de un ventilador gigante. Mi hermano y Sara retrocedieron por el impacto unos doscientos metros, yo solo una docena. Mi instinto me hizo girar y utilizar mi habilidad para atraerlos a mí. Funcionó: dejaron de alejarse, pero el cometa aún seguía moviéndose. Lo último que vi fueron las caras horrorizadas de Alex y Sara, luego noté cómo el cometa me golpeó y me dejó inconsciente.

lunes, 17 de junio de 2013

Conejillo de indias (5ª Parte)

Me levanté al mediodía del día siguiente. Cogí la libreta para escribir mi experiencia mientras desayunaba. Creía que no había nadie en casa pero mi hermano estaba mirando la tele mientras jugaba a su PSP. En las noticias volvía a salir la noticia del cometa, pero no creo que a mi hermano le importara mucho. Le dije “buenos días” y me respondió con un gruñido.
Me puse a escribir mientras me tomaba el desayuno. A la tarde volví al laboratorio. Entré por la alcantarilla y abrí el portón. Me coloqué en la plataforma y el tubo sin final me miró con su ojo-cámara.
-Buenos días Ana.- le dije con una sonrisa. Ella no dijo ni palabra. La plataforma empezó a moverse.
Del fondo del laboratorio se escuchó la voz del profesor Jueves.
-¡Oh! Benja, vienes pronto. Ahora estoy contigo.
-Tranquilo profesor.
Empecé a fisgonear por el inmenso laboratorio mirando los cachivaches-Cogí una especie de cubo que tenía un guante lleno de cables conectados. Fui a meter la mano en aquello pero la mano del doctor me detuvo.
-No toques nada, haz el favor.
-¿Qué es esto?
- Es un dispositivo para controlar la forma y la densidad de los cuerpos nebulosos. Y es muy delicado.
Lo puse en la mesa con cuidado. Él acercó dos sillas y se sentó en una de ellas. Abrió la boca para hablar pero lo detuve levantando el índice. Cogí la libreta y se la enseñé. Vio que las tres primeras páginas estaban  escritas y las leyó. Sus expresiones iban cambiando según lo que leía. Acabó a los dos minutos.
-Esto… esto es ¡Perfecto! Es justo lo que quería. ¿De verdad hiciste todo eso ayer? – Asentí con la cabeza y una sonrisa. – Bien. Quiero verlo.
Volvió a coger otra mesa y otro lápiz y volvimos a hacer el experimento del día anterior. Volví a extender el brazo y coloqué mi mano como si estuviera a punto de coger el lápiz: acercando el pulgar y el índice, aunque la mesa estuviera a un metro de mí.
El lápiz empezó a elevarse paralelo a mi mano. El profesor tenía la boca tan abierta como sus ojos. Levanté el brazo hasta donde pude pero el lápiz continuó subiendo. Luego bajé la mano y el lápiz salió disparado y se clavó en una de las pizarras.
El profesor gritó emocionado como si su equipo hubiera metido un gol en la final de la champions.
-¡Qué pasada!  No pensé que lo dominarías tanto en tan poco tiempo.
-Gracias – Le dije. Me sentí cansado. No tanto como para dormir toda una noche, pero sí lo suficiente como para necesitar sentarme.
En ese instante sonó un teléfono. El doctor Jueves perdió su expresión de alegría. Su tez se quedó pálida y giró poco a poco hacia dónde provenía el sonido.
-¿Qué pasa doctor? – pregunté.
- El… el teléfono está sonando. Nunca había sonado antes. Es algo malo.
-¿Qué pasa? – Le susurré a Ana.
-Es el único teléfono que tiene el profesor, no le gusta que le molesten. Está conectado con la NASA, su antiguo trabajo. Dejó muy claro que solo lo llamaran para urgencias.
El profesor cogió el auricular y se lo puso en la oreja.
-¿Sí?… Sí, soy yo… ¿Cómo?... – me miró - ¿Un cometa? 

viernes, 14 de junio de 2013

Conejillo de indias (4ª parte)

La mesita explotó en mil pedazos. Ambos nos asustamos pero tuvimos la misma reacción: nos pusimos a reír. Él por que pudo comprobar que lo que me había puesto en la cabeza funcionaba, yo tenía un cóctel de nervios y emoción que me produjo una risa descontrolada.
-¡Bien! – me dijo con unos ojos llenos de ilusión – ahora hay que aprender a controlarlo. Ven mañana y empezaremos a “entrenar”. Ten esto. – Me dio una libretita – Apunta aquí todas las sensaciones, experiencias o avances que hagas.
Me levanté poco a poco y recogí mis cosas. Él me acompañó a la salida, se aseguró que no estaba muy desorientado para volver a casa y volvió a meterse en la alcantarilla. Estaba muy oscuro. No tenía ni idea de la hora que era. Recordé que me dijo que me iba a poner el otro chip para curar con la luz azul y estuve tentado a hacerme un rasguño en la mano e intentar curármelo pero me retuvo la posibilidad de que estallara igual que la mesita. Lo que no quería dejar de intentar era la capacidad de volar que me había prometido el profesor. Me agaché y me apoyé sobre una rodilla, puse una mano en el suelo y me concentré. Casi por sorpresa salí disparado hacia el oscuro cielo gritando (debo admitir que mi grito fue poco masculino). Por un instante quedé suspendido en el cielo, vi todo mi pueblo con las farolas marcando las calles, fue precioso. Luego descendí a toda velocidad. Volví a gritar. El suelo se acercaba cada vez más y mi destino era casi inevitable. Recordé la típica escena de “Misión imposible” en la que el protagonista se queda suspendido a un palmo del suelo sin tocarlo y cerré los ojos intentando proyectarla en mi mente. Noté que ya no estaba cayendo. Abrí los ojos y vi que aún me quedaban unos diez metros antes de tocar el suelo. Volví a cerrar los ojos y a imaginarme a mí mismo descendiendo poco a poco hasta tocar el suelo. Supongo que lo que imaginé pasó de verdad porque al momento mis pies tocaban el suelo. Abrí los ojos y vi que seguía en la misma calle de la que había salido. Volví a intentar lo de volar, pero esta vez con los ojos abiertos. Me puse en la posición para saltar y di un salto de 50 metros. Aterricé suavemente encima de un edificio de los que delimitaban la calle de la alcantarilla del doctor. Fui haciendo saltos impulsado por aquella nueva habilidad. Llegué a casa en un santiamén.
Abrí la puerta de casa intentando no hacer ruido puesto que no sabía qué hora era. En el comedor de mi casa estaba mi hermano jugando a la consola.
-Llegas tarde – me dijo sin apartar la vista de la televisión.
- Lo dices como si me importara.
Me fui a la habitación con la intención de apuntar en la libreta todo lo que había pasado pero cuando me estiré en la cama me quedé dormido.

jueves, 13 de junio de 2013

Conejillo de indias (3ª parte)

Me hizo unas pruebas de resistencia física, me sacó un poco de sangre y me escaneó con un montón de máquinas que no había visto nunca. Luego me sentó en un pupitre delante una pizarra y me explicó lo que iba a hacer.
-Mira, seguro que habrás oído que solo utilizamos un 10% de nuestro cerebro y que hay muchas zonas oscuras que no entendemos para qué sirven.
-Sí, es algo que he escuchado muchas veces.
-Eso es una tontería. Utilizamos todo nuestro cerebro. Sino, hubiéramos desechado la parte sobrante hace muchas generaciones. Lo que sí se puede hacer es insertar partes de cerebro artificial y controlar las funciones de esos “injertos” mentalmente.
Yo asentía a todo lo que decía, pero me costaba entender la mitad. Siempre he sido más de letras. Él continuó:
-¿Ves esta cosita que parece un grano de arroz negro? – Me acercó una cajita hermética transparente con un puntito negro en su interior – esto es un chip que voy a ponerte estratégicamente en el cerebro y que va a darte la habilidad de controlar la atracción corporal que tienes hacia cualquier objeto.
- ¿Eso quiere decir que podré mover cosas con la mente? – mis ojos estaban como platos.
- Exacto. Incluso, si llegas a controlarlo mucho podrás elevarte del suelo.
No notaba la punta de los dedos de los pies a causa de la emoción. Aquello se ponía interesante. Me invitó a estirarme en la camilla.
-Por cierto – le dije – Aquello que me ha hecho antes, lo de curarme con aquella luz. ¿Podría ponérmelo también?
- ¡Ah! Aquello es un chip que produce una pequeña arritmia controlada y focalizada para que los tejidos rotos se vuelvan a regenerar rápidamente. Sí, creo que puedo ponértelo, no lo tenía planeado, pero no será un problema.
Me ató a la camilla por las extremidades y por el pecho y la inclinó para dejarme casi en vertical. Me puso una estructura metálica en la cabeza para que no la moviera y me dijo “Dulces sueños” mientras me inyectaba algo por el brazo. Me quedé dormido.
Desperté horas más tarde.
-¿Qué tal estás, campeón?
Intenté incorporarme pero me mareé y vomité en el suelo. Unos robots del tamaño de zapatos limpiaron rápidamente el suelo.
-He estado mejor – le dije mientras intentaba sonreír.
Me toqué la cabeza, volví a notar la sensación de dolor ausente. Pude tocar con mis dedos la cicatriz que tenía en la coronilla, pero no sentí el dolor punzante que esperaba después de una operación como aquella. El doctor me dio un zumo para beber, reconozco que me sentó genial.
-Bien – dijo el doctor Jueves – aquí delante tienes una mesa con un lápiz, intenta moverlo. Ana, grábalo todo.

Aún estaba mareado pero mis ganas de comprobar aquella nueva habilidad me superaban. Localicé la mesa de madera con el lápiz encima de ella. Estiré el brazo, me concentré y…

miércoles, 12 de junio de 2013

Primer sorteo del blog

Para promocionar este blog un poco y para que tengáis una oportunidad de conseguir los relatos en formato de libro GRATIS propongo este concurso:
Para participar debéis seguir la página de facebook de este blog: https://www.facebook.com/oloralibronuevo

¡Mucha suerte!

martes, 11 de junio de 2013

Conejillo de indias (2a parte)

Era un laboratorio inmenso. Era como todos los laboratorios de las películas de ciencia ficción, pero juntos en una única sala. En el centro había una cama y encima de ella una especie de estalactita metálica llena de brazos mecánicos. Estaba todo extrañamente ordenado: grandes estanterías rodeaban la sala, estaban llenas de frascos y de libros. Había tres escritorios grandes llenos de papeles con dibujos técnicos. Nosotros estábamos en una plataforma rodeada por una barandilla excepto por el lado que daba a la puerta de salida, poco a poco iba descendiendo, acercándose al suelo. Me apoyé en la barandilla y acerqué la cabeza para apreciar con más detalle aquel lugar, pero un tubo larguísimo con una cámara en el extremo se acercó a mí obligándome a echarme hacia atrás, era una especie de serpiente con un solo ojo que me habló con voz femenina.
- Mantenga las manos dentro de la plataforma, por favor.
- Ana, se buena con los invitados… - Riñó el profesor. (Le llamo profesor porque en aquel momento ya se había ganado mi confianza)
- Lo siento. Recuerde que tiene que tomarse las pastillas, doctor. – Las últimas palabras las vocalizó el hombre sin emitir sonido indicando lo cansado que estaba de escucharlas.
La plataforma aterrizó en el suelo y el profesor salió de allí, se dirigió a una de las mesas, sacó un pastillero y se tomó unas pastillas de diferentes tamaños y colores.
- Bien, empecemos. – Se giró y me miró. – Encantado, soy el doctor Jueves. Como el día de la semana. – Nos dimos la mano.
- Me llamo Benjamín, pero todos me llaman Benja.
- Bien, bien. Te explico un poco en qué consistirá tu trabajo y me dices si quieres aceptarlo o no. ¿De acuerdo? - Asentí con la cabeza. No me malinterpretéis. No estaba desesperado por el dinero ni me falta un tornillo. Mi vida por aquel entonces era muy aburrida. Por la mañana estudiaba y por las tardes las pasaba navegando por internet si hacer nada de provecho. Busqué trabajo para distraerme y aquella situación insospechada me atraía mucho. – Soy un científico neuro-tecnólogo, estudio y trabajo cómo puedo aplicar los avances tecnológicos al cerebro humano. Lo que has experimentado antes, en la calle, cuando te he tocado y curado el daño que te habías hecho es una pequeña muestra de lo que hago.
- ¿Podré hacerlo yo algún día? – Interrumpí. Él esbozó una sonrisa maliciosa.
- Es el motivo por el que estás aquí. Necesito experimentar con sujetos que tengan buena salud. El estado (que es el que me financia gran parte de mis experimentos) no me deja hacerlo de manera legal. Yo te pagaría en calidad de mozo de almacén, pero, si estas interesado, tu verdadero servicio será el de aprovecharte de mis avances tecnológicos.
Hubo un silencio de reflexión. Él temía que no hubiera cogido las palabras adecuadas, yo no me creía que me fueran a pagar por algo así.
- Seré su conejillo de indias.- Le dije. Se rió.
- Si, algo así. Debo informarte de los peligros que puede haber, no hay que olvidar que es tu cerebro el que va a ser tratado.
- Si, por supuesto… Pero acepto. – No tenía nada que perder. Bueno, sí. Pero en ese momento yo estaba ciego por la ilusión de un niño por probar juguetes nuevos.
- ¿En serio?

- Que sí, que sí.

sábado, 1 de junio de 2013

Primer libro de relatos

Ya tengo en mis manos el primer libro que recopila los 9 primeros relatos de este blog más uno inédito.


El que veis en la fotografía es la "versión de prueba", mi queridísima hermana está corrigiendo minuciosamente cada uno de los relatos y cuando lo tenga todo revisado os diré cómo conseguir un GRATIS, pero recordad que no voy a estar publicando hasta dentro de una semana a causa de exámenes.
Por cierto: ya está la página oficial del blog en facebook www.facebook.com/oloralibronuevo
¡A leer que son dos días!