viernes, 4 de abril de 2014

Recomendación: Serie Wallander, de Henning Mankell

Hoy os traigo una recomendación muy especial para mí. Soy muy fan de la novela negra, como ya sabéis y uno de mis protagonistas preferidos es el inspector Kurt Wallander, el protagonista de las novelas más exitosas de Heninning Mankell.
La primera de las novelas "Los perros de Riga" presenta a Wallander con todos sus defectos, incluyendo su vida personal, la relación con su hija y su problema con la bebida y la comida. A simple vista es un personaje totalmente estereotipado pero cada libro tiene su "no-se-qué" que engancha hasta la última hoja.
Se dice que el autor está pensando acabar con la serie (en las que a veces incluso su hija es la protagonista y defiende sus genes como detective), pero espero que no acabe con el inspector Wallander también. Sea como sea, voy a leer y releer estas novelas, porque me encantan y espero que a vosotros también.


¿Ya has leído estos libros? ¿qué te han parecido? No dudes en dejar tu comentario y... ¡A leer que son dos días!

miércoles, 2 de abril de 2014

Jornadas Negras en Collbató (2a parte)

Sigamos con la pequeña reseña sobre las Jornadas Negras en Collbató. Antes del las presentaciones literarias hubo una charla sobre la situación de la novela negra catalana. Los ponentes fueron: Ana María Villalonga, escritora, profesora de la universidad de Barcelona y autora del blog A l'ombra del crim. Ella se encargó de moderar y presentar los temas a tratar en la charla. Josep Forment  i Jordi Fernando se encargaron de aportar su conocimiento y experiencia en el sector como escritores y editores.
La verdad es que fueron muy optimistas al comentar los temas, más de lo que estoy acostumbrado por otras presentaciones, presentaron un futuro más esperanzador de lo que en otras charlas se ha hablado. Me gustó que tomaran ese rumbo en la conversación. Al final llegaron a hablar incluso de la necesidad de cambio de sistema en las escuelas para fomentar la lectura.
Otro tópico en estas charlas y que también se mencionó fue el de intentar romper el prejuicio de que los autores de nuestra tierra no son tan buenos como los de fuera (un prejuicio que debo admitir que arrastro mucho y debo eliminarlo).
Una buena charla en la que no faltaron algunas risas y buenas reflexiones. Se agradece que en estos eventos haya tanta "familiaridad", uno se siente cercano a los ponentes.
Dejo cuatro fotos que hice en la presentación, como de costumbre:




Como podéis ver, hubo también una buena mesa de venta de libros para aprovechar las visitas de los autores invitados. Recordad que los eventos de estas Jornadas continúan y que asistiré este sábado por la mañana a las actividades que realizan.
¡A leer que son dos días!

martes, 1 de abril de 2014

Jornadas Negras en Collbató (1a parte)

La semana pasada empezó la tan anunciada Jornada Negra en Collbató. El día de la inauguración fue el viernes 28 con las actividades programadas (entre ellas una gymcana para meterte en la piel de un detective y resolver un asesinato) y, según lo que me dijeron, fué muy bien.
Yo asistí a las actividades del día siguiente por la tarde, las cuales dividiré en dos post. Hoy haré un resumen de las presentaciones literarias y mañana de la mesa redonda.

"Bilba negro: una realidad literaria"

Así se llamaba la charla y presentación que tuvieron dos autores bilbaínos con sus editores catalanes.
Gonzalo Garrido nos trajo su novela "Las flores de Baudelaire" una historia que ocurre en el Bilbao de finales de la Primera Guerra Mundial. El autor se inspiró en una foto antigua de su abuelo (fotógrafo, como el protagonista de esta novela) para escribirla. El esfuerzo del autor por documentarse con exactitud da a la novela un aire de realismo y nostalgia que no deja indiferente al lector.


Javier Díez Carmona nos presentó su nueva novela "Correr a ciegas", un libro que toma como escusa el conflicto actual sobre ETA para hablarnos de los límites de la amistad. La historia se centra en Eder Campos que escapa a Nicaragua después de hacer una favor a un amigo (miembro activo del grupo terrorista) y esconder un paquete en su casa durante unos días. ¿Hasta dónde serías capaz tú de llegar por amistad?


Las charlas y los temas que se hablaron a continuación fueron muy interesantes, como de costumbre en estos eventos y dejó claro que hay buenos autores del género negro dentro de nuestras fronteras. Tenemos grandes escritores de la talla de muchos extranjeros y somos nosotros, los lectores, los que debemos atrevernos a acercar a toda esta fuente cultural. Aquí algunas fotos del evento:




Mañana haré la reseña pertinente a la charla sobra la Novela negra catalana con sus respectivas fotos. Recordad que podéis informaros de las siguientes actividades aquí:
http://collbatonegre.wordpress.com/jornadas-negras/ 
Mientras tanto lo mismo de siempre: no dudéis en dejar vuestro comentario y... ¡A leer que son dos días!

viernes, 28 de marzo de 2014

Recomendaciones: El principito

La obra que os traigo hoy es un clásico entre los clásicos. El principito es un libro que, como dijo mi profesor de filosofía una vez, está escrito para niños pero es para que lo lean los adultos. Es una lectura obligatoria para todos aquellos que les guste absorber un libro frase por frase. Tiene un montón de contenido que te hará pensar y plantearte las cosas de otra manera.
El relato es muy simple: un piloto de avión se topa con un niño que dice ser el príncipe en su planeta y le cuenta sus encuentros en un viaje a través del espacio.
Además es muy tierno, todo está masticado para que la lectura sea fácil y apta para todos los públicos. No tienes excusa para leerlo: lo puedes encontrar en cualquier librería a un precio muy económico y este es un libro que vas a querer conservar en papel para leerlo y releerlo.

http://2.bp.blogspot.com/-5NqdvZ0eXlY/TsWahcNEdUI/AAAAAAAABMU/OWbf2GjPnGg/s1600/el-principito-spanish-1971-spain.jpg

¿Ya lo has leído? ¿Te ha gustado? No dudes en dejar un comentario con tu opinión. ¡A leer que son dos días!


martes, 25 de marzo de 2014

Olor a papel viejo

La semana pasada fui al museo "Molí paperer" de Capellades. Fuimos toda la clase de 1º de Diseño Editorial de l'Escola del treball a una visita guiada al taller antiguo donde se hacían los papeles. Es muy interesante y os recomiendo que vayáis. Os dejo algunas fotos de la salida y aquí tenéis el enlace de la web del museo.





lunes, 24 de marzo de 2014

Una vida normal

En una casa a las afuera de una cuidad común vivía Gregorio con su preciosa esposa. A él le gustaba pasar las tardes o los días de fiesta, como aquél, leyendo algún libro de poesía si no estaba corrigiendo los exámenes y ejercicios de sus alumnos. Su mujer se acercó y le dio un beso en la frente mientras colocaba un té y unas galletas en la mesita que tenía al lado de la butaca que utilizaba exclusivamente para leer. Ella se sentó en un asiento igual al de su marido, situado junto a él y empezó a ojear una revista del corazón. Gregorio se quitó las gafas de lectura, cerró el libro y miró a su mujer. Sonrió. Ella lo notó y le preguntó con una sonrisa:
-¿Qué pasa?
-Nada. Recordaba el día que nos conocimos. Estoy agradecido de la vida que tenemos ahora.

Ocho años atrás Gregorio salía del instituto donde impartía sus clases de matemáticas. Él era un hombre dedicado y, como nadie lo esperaba en casa, se quedaba hasta tarde en el seminario de ciencias para hacer su trabajo. Era de noche y pocas luces iluminaban su camino hasta el parking donde estaba su coche estacionado. Una luz cegadora en el cielo captó toda su atención. Primero una explosión y luego un punto de luz que cada vez se hacía más grande. Se dirigía hacia él. La luz, que resultó ser un objeto en llamas, impactó contra la escuela y luego se estrelló contra el suelo. El impacto impulsó a Gregorio unos metros hacia atrás. Cuando la tierra y la polvareda que había levantado el contundente cuerpo llameante se disipó Gregorio corrió hacia el lugar de impacto. Allí vio por primera vez a la que sería su mujer. Ella estaba protegida dentro de una especie de globo esférico semitransparente que la mantenía en el centro del mismo. A su alrededor solo había escombros de lo que parecía una nave. Gregorio se acercó y la observó con sorpresa. Su aspecto no era de este planeta. Tenía una cara estirada hacia adelante, su piel era amarillenta y con apariencia más dura que la humana. Su cabeza estaba separada de los hombros por un grueso cuello. Él picó la estructura protectora y la criatura abrió los párpados dejó ver unos ojos pequeños, negros y asustados.
Gregorio escuchó vehículos policiales y temió lo peor. Había visto en películas cómo maltrataban a los seres extraterrestres y no estaba dispuesto a que hicieran lo mismo con aquel ser. La alienígena apretó un botón del brazalete que vestía y la cápsula protectora desapareció.
-¡Ven conmigo! ¡Estás en peligro!
Gregorio la cogió de la muñeca y la arrastró corriendo hacia su coche. La metió en el asiento de copiloto y, después de sentarse él, arrancó el coche. Respiró hondo y volvió a observar a su nuevo invitado.
-A ver, ¿Entiendes lo que te digo? – El ser asintió. – Pues habrá que esconderte, ¿tienes algún disfraz o algo para que no te descubran? – El ser apretó otro botón y su aspecto físico cambió. Ahora era una mujer, de la misma edad de Gregorio. Su piel gruesa y áspera se volvió fina y delicada, su cara alargada ahora tenía unas facciones bellas, sus ojos negros e inexpresivos ahora eran unos preciosos ojos marrones. – Vaya, esto está mejor. Mucho mejor. ¡Vámonos!

-Sí – Contestó su mujer. – La verdad es que, con todo lo que hemos pasado, nos merecemos esta vida tranquila y tan… tan…
-¿Tan normal?
-Exacto – Ella se volvió a acercar a su marido y se besaron. – Por cierto, ¿no era hoy cuando tenías la cita con el médico?
-¡Cierto! Gracias, cariño. Tú siempre tan atenta.
Veinte minutos más tarde, Gregorio se encontraba en la consulta de su médico de cabecera. Siempre que había estado en aquel lugar era por pura rutina. Su médico, le felicitaba continuamente por su salud de hierro, de hecho hicieron amistad y se tuteaban. Pero hacía días que Gregorio tenía problemas digestivos. El doctor se sentó en la mesa con las pruebas, no tenía una cara muy amigable.

-Gregorio, las pruebas que hemos hecho y comprobado afirman un único diagnóstico. No sé cómo decirte esto, pero estás embarazado.

sábado, 22 de marzo de 2014

Reflexión rápida: el poder la exclusividad.

A lo largo de la historia el ser humano se ha dado cuenta que hay un material negociable tan preciado como el oro, el agua o la droga. Me refiero a la información. Tener el control sobre este producto te hace poderoso en maneras insospechadas.
La base de nuestro conocimiento y el contenido de nuestros deseos es información e influye al cerebro de una manera que nosotros no podemos creer.
Voy a ejemplificarlo con una escena cotidiana. Cuantas veces nos ha ocurrido que estamos explicando una anécdota, un chiste o un cotilleo a alguien y un tercero, que sabe la misma información que nosotros lo cuenta antes, destrozando el final. ¿Cómo nos hemos sentido? Nos ha arrebatado el poder de la exclusividad ante otros y eso nos fastidia desde lo más profundo del alma. Otro ejemplo. Estando con unos amigos volvemos a la situación en la que poseemos una anécdota, un chiste o un cotilleo pero en este caso ellos no conocen su contenido y saben que tú lo sabes. Es, sin duda alguna una situación de poder que vamos a saborear hasta el último momento.
Lo que digo no es nada nuevo, la información es poder. Lo que quiero añadir es que es la exclusividad de esa información la que nos hace poderosos.
Este efecto puede extrapolarse a todo tipo de situaciones. Ser el primero en diferentes tipos de contextos cotidianos da cierto poder, o eso creemos. El primero en tener un tipo determinado de teléfono móvil, el primero en conseguir un récord Guiness, el primero en ligarse a una chica/un chico totalmente inaccesible... Estas situaciones crean una ilusión de valor en nosotros. Cada vez que algo deja de ser exclusivo pierde su valor para nosotros. Los móviles quedan obsoletos, los récords se van superando y las personas dejan de ser interesantes ¿Porqué? Es una ilusión, un concepto erróneo de pérdida de valor. Porque aunque no lo veamos el precio por la exclusiva lo ponen los demás, no nosotros mismos. Cuanto más interesados están nuestros amigos (volviendo al segundo ejemplo) por la información que solamente nosotros tenemos, más valor tiene para nosotros. 
Mi opinión: el valor de las cosas se las tienes que otorgar uno mismo. Tus metas deben tener el valor que tú le pongas, no los demás. Las personas son interesantes por sí mismas, no según los juicios de los demás. La exclusividad está bien, es algo interesante pero no debe influir en el valor de las cosas.

viernes, 21 de marzo de 2014

Recomendación: "Sé lo que estás pensando" de John Verdon

Mi fiebre literaria más reciente empezó con dos obras que me han marcado mucho: "Yo, robot" de Isaac Asimov (obra que comenté aquí) y "Sé lo que estás pensando" de John Verdon. El género negro es el que más me ha gustado siempre por su contenido psicológico-criminal pero lo que más me cansaba de las obras de este tipo eran los personajes esteriotipados y las leía únicamente por la historia.
En "Sé lo que estás pensando" hay una mezcla de personajes e historias que atrapa desde la página uno.
El protagonista de este libro y los posteriores del mismo autor ("No abras los ojos", "Deja en paz al diablo" y "No confíes en Peter Pan") es David Gurney, un policía retirado que vive en una urbanización tranquila con su esposa Madeleine (a mi parecer la verdadera inspiración de Gurney). Su paz se ve interrumpida al recibir la visita de un antiguo conocido suyo que le plantea un problema personal: unas cartas con poemas que suenan a amenaza por su vida pasada le están causando temor, sobretodo porque la primera carta contenía un ejercicio igual de simple como misterioso, debía pensar un número y abrir otra carta interior que contenía el número que había pensado.
Casi sin querer, Gurney se ve involucrado en una serie de asesinatos que contienen pruebas tan intrincadas como imposibles que dificultan la vía que lleva a encontrar al asesino.
http://www.revistadeletras.net/wp-content/uploads//2010/07/Se_Lo_Que_Estas_Pensando.ROCA_.062010.jpg
Realmente espero que te haya gustado este post y no dudes en comentarlo y compartirlo por las redes. ¿Ya has leído este libro y los siguientes? ¿Te han gustado? ¿Qué libros quieres que comente? ¡A leer que son dos días!













jueves, 20 de marzo de 2014

Reflexión rápida: Futbol y Gameplays

No me gusta el fútbol. No sigo ligas, ni temporadas, ni champions, ni mundiales. Es más, en mi casa más de una vez he tenido discusiones por ese tema que acrecientan mi odio hacia ese deporte televisado (ojo, subrayo lo de televisado porque es el fútbol televisivo el que no me gusta. Echar un partidito con amigos en alguna ocasión no me molesta, incluso me vendría bien).
Me gusta ver gameplays. No soy un gran seguidor de los canales en Youtube de esa temática pero me echo mis risas con el Rubius, PewDiePie y poco más. Es una distracción, a mi parecer, sana, que no daña a nadie y a veces bien hecha.
Hasta hoy no me había planteado comparar los dos entretenimientos de la siguiente manera: una de la razones principales por las que no veo el fútbol es que no le encuentro sentido a contemplar como una veintena de tíos juegan a la pelota. Estarse más de una hora dejándose llevar emocionalmente por las habilidades futbolísticas de los jugadores es una práctica que para mí no tiene sentido. Pero me he planteado el ver gameplays de esta manera y me encuentro en una encrucijada. No estoy del todo capacitado para hacer una completa comparación de ambas aficiones ya que me manca la práctica de una de ellas, pero al ver gameplays como puro entretenimiento me divierto y me siento identificado con la persona que lo juega al ser yo un "gamer" también (le doy al Minecraft y a mi 3DS, aparte de los libros), pero sé que nunca me comportaría como un aficionado al fútbol borracho en medio de una plaza celebrando la victoria del otro por haber conseguido tal puntuación en equis juego.
No quiero decir con esto que yo sea mejor o peor que ese aficionado aleatorio por ver vídeos en Youtube, sólo quiero exponer esta reflexión porque me planteo la posibilidad de estar viviendo una doble moral sin saberlo: rechazando y riéndome de cómo se quedan absortos los entusiastas del fútbol televisado pero comportándome igual que ellos ante uno de estos vídeos.

Hasta aquí la primera de mis reflexiones del blog. No dudes en comentar si estás de acuerdo o difieres de alguno de mis comentarios y recuerda... ¡A leer que son dos días!

martes, 4 de marzo de 2014

Jornadas Negras en Collbató

Anteriormente ya he hablado de "Esparreguera Negra", de sus proyectos, charlas y entusiasmo por la novela negra. Fui a las primeras presentaciones literarias e hice la reseña en el blog (aquí y aquí) y no pude asistir a las demás por tema de estudios. Pues bien, hace un tiempo "Esparreguera Negra" se ha transformó en "Collbató Negre" para una mayor captación de público y por mayor obtención de recursos. He de decir que lo están petando y prueba de ello son las jornadas negras que van a organizar este marzo.
Tienen un calendario repleto de charlas, concursos y actividades muy interesantes y todas relacionadas con la novela negra, policíaca y criminal. Yo no voy a faltar y os haré la reseña pertinente a esas jornadas. Os animo que, si os gusta este género y todo lo que ello envuelve, vayáis, asistáis y participéis.
Enlace a la página con el calendario:
http://collbatonegre.wordpress.com/jornadas-negras/
Enlace a su página en Facebook:
https://www.facebook.com/collbato.negre

¡A leer que son dos días!

martes, 25 de febrero de 2014

Recomendación: "Yo, robot" y "El hombre bicentenario" de Isaac Asimov

Es un honor para mí hablar de estos dos pedazos de libros, dos clásicos de la ciencia ficción de la mano de uno de los grandes. Para empezar, los más avispados habrán visto que estos dos títulos fueron los que se adaptaron a la gran pantalla hace años, siempre se dice lo típico de "el libro es mejor que la película" y en este caso no solo se cumple ese tópico sino que lo reproduce a unos niveles inimaginables. Me explicaré.
Ambos libros son recopilaciones de relatos, no es una única historia (aunque en el de "Yo, robot" hay una linea narrativa que las une). Además, Asimov plantea una realidad en la que los robots positrónicos* se utilizan en la industria y no como máquinas de compañía, para evitar precisamente lo que él llamaba "El efecto Frankenstein", es decir, lo que ocurre en la película.
Pero basta de hablar de las películas.
El primero de los libros que os presento, "Yo, robot", son històrias cortas unidas por Susan calvin, una doctora en robopsicología que explica sus experiencias y porqué los robots se utilizan de manera industrial. Realmente los relatos son puzzles en los que los robots sobrepasan el margen de lo lógico y la doctora Calvin debe averiguar porqué actúan de esa determinada manera, utilizando como pistas las tres leyes de la robótica*.
El segundo libro que recomiendo, "El hombre bicentenario", son una recopilación de relatos que ocurren en el mismo universo que el primer libro, algunos con los robots como protagonistas y otros no. De hecho recomiendo leer este después que el anterior, ya que se complementan mejor si se sigue ese orden.

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¿Ya has leído estos libros? ¿Te gusta la ciencia ficción como género literario? No dudes en dejar tu comentario. ¡A leer que son dos días!

*¿Quieres saber lo que es un cerebro positrónico o las tres leyes de la robótica? Léete el libro.

viernes, 21 de febrero de 2014

Recomendación: "En un lugar llamado guerra" - Jordi Serra i Fabra

El libro que recomiendo hoy es muy especial. Todos hemos tenido lecturas obligatorias en la ESO o en Bachiller, algunas nos han gustado más y otras menos. Este libro cayó en mis manos de esa forma, sin querer, y ha sido de los que más me ha gustado. A parte de la primera necesaria para aprobar el examen de comprensión lectora lo he leído un par de veces más de lo mucho que me gustó.
La historia relata la primera experiencia de un periodista novato cubriendo la noticia de una guerra en Tudzbestan (lugar ficticio). Allí se encuentra con los problemas propios de su profesión, pero cuenta con la ayuda de un periodista veterano y un niño del cual se hace amigo.
Una novela entrañable que engancha muy fácilmente, de esas que te deja un sabor agridulce al acabarlas.
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 ¿Te ha gustado la recomendación? ¿Tú tambien has leído esta novela? ¿Qué libro te leíste en la escuela que te cambió la vida? No dudes en dejar tu comentario y... ¡A leer que son dos días!

miércoles, 19 de febrero de 2014

El último suicidista (11a parte)


Cinco meses más tarde Gabriel entró al centro penitenciario donde David cumplía condena por desorden público y desobediencia al protocolo policial al cual había jurado fidelidad. Tenía un aspecto tranquilo y despreocupado.
-Buenos días compañero. – David lo recibió con una sonrisa.
-Buenos días. ¿Cómo va todo? ¿Cómo va la investigación?
-Bien, estamos trabajando mucho. En teoría no puedo contarte nada. – David hizo una mueca de desaprobación – Pero me da igual, te lo contaré de todas formas. El tío que mató tu hijo era la punta del iceberg. Descubrimos sus contactos en el almacén que nos dijiste, pudimos detener toda la locura que había detrás: una organización religioso-naturalista, tan grande como el país, esperando beneficiarse de los dispositivos ANA y esperando el momento correcto para detonarlos todos. Decían que las personas capaces de instalarse el dispositivo eran débiles de mente, un excedente prescindible, un error de la evolución…
-¿Y Ana? ¿De dónde salió esa chica?
- Ana era la única genuina en todo el proceso. Se mató de verdad. Esta organización simplemente aprovechó la situación para crear toda la movida. Los vídeos de internet eran cosa de Héctor Jueves, simple modificación de voz. Antes de que lo preguntes, la mano también. Un invento de Héctor que hizo utilizando efectos ópticos, humo, espejos y luces. La organización lo contrató estando él en la cárcel.
-Vaya. ¿Y ahora que hacéis? Me has dicho que seguís trabajando…
-Buscamos a más sospechosos, casi todo peces gordos, e intentamos relacionarlos con Héctor Jueves. También buscamos fieles que quieren seguir con la filosofía suicidista a través de internet o con concentraciones ilegales… hay mucho trabajo.
-Bueno, aun así parece que lo estáis haciendo bien.
-Tú, viendo la que se avecinaba te las apañaste para tener una excusa y no currar tanto, ¿no?
Se rieron los dos. Luego hubo un silencio. Gabriel sabía lo próximo que iba a preguntar David.
-¿Cómo está…?
-¿Tu mujer? Bien. Bueno, no. He hablado un par de veces con ella, te culpa de lo que le pasó a Alejandro. Está con los papeles del divorcio.
-Eso explica que no venga a visitarme nunca…
-Hey, no pasa nada. En comisaría eres todo un héroe. ¿Sabes cuál es tu apodo? David, “el asesino de la muerte”. En internet está volando el vídeo de tu discurso final. Te llaman “El último suicidista”. Eres una leyenda. Yo estoy muy orgulloso de poder decir que soy tu amigo.
David no dijo nada. ¿Era un héroe? ¿De qué le servía? “Papá salva al mundo” Sonaba en su mente cada vez que necesitaba fuerzas. Pero, ¿había hecho eso por él mismo? ¿Por su hijo? Cada vez pensaba más en el vídeo del suicidio de Ana. Lo había hecho por inercia, ya no le quedaba nada que lo atara a este mundo. Había un pensamiento que restringía, pero el cual no podía atar del todo: ¿Hubiera preferido morir en la explosión, aplastado por el edificio? Le ponía el pelo de punta pensar en ello. Pero probablemente era así, él era el último suicidista. 

miércoles, 12 de febrero de 2014

"El último suicidista" (10a parte)

Estuvo toda la noche llevando cajas del almacén al centro religioso a través del pasillo e instalando todos los dispositivos en los pilares centrales de aquel lugar. A las 4 y media de la madrugada ya había acabado. Volvió al despacho, el lugar donde su hijo y el científico loco habían muerto. Vio que dentro del bolsillo de la chaqueta que había puesto encima del cadáver de su hijo brillaba su móvil. Un escalofrío recorrió su cuerpo. No había pensado en su mujer hasta ese momento. ¿Cómo iba a decirle que Alejandro había muerto? Cuando vio que algunas llamadas también eran de Gabriel otro malestar le hizo recordar que había faltado al trabajo hoy, el día que la investigación sobre los suicidistas iba a abrirse. Las piernas le flojearon y se sentó en el suelo. Se pasó la mano por la frente y vio que la tenía sucia de todo el trabajo que había hecho. Estaba agotado mentalmente y físicamente. Necesitaba descansar pero tenía miedo de quedarse dormido. Quería pensar, sabía que la locura que iba a realizar lo condenaría de por vida. Era un suicidio. Descubrió que si no fuera porque su hijo estaba muerto no se arriesgaría a hacer lo que iba a hacer. Recordó la última frase de su hijo. “Papá, te odio”. Recordó también lo que le dijo el chico suicidista en el bar. “Una frase que dijera lo contrario a lo que te ata al mundo”. Para Alejandro lo único que no lo impulsaba a suicidarse era el amor que tenía hacia su padre. Lloró amargamente. En ese momento comprendió que ser suicidista era una condena. La última frase que dicen es lo que los mata. Es lo que iban a llevarse al más allá. Se sentía culpable por la muerte de su hijo. Era irónico, debía sentirse orgulloso por ser lo único que mantenía a su hijo con vida pero sentía lo contrario. Entonces otra frase le pasó por la cabeza. “Papá, salva al mundo”. Eso le dio fuerzas. Miró el reloj, eran las nueve de la mañana, se había quedado dormido sin remediarlo. Se levantó decidido, cogió el teléfono y llamó a Gabriel.
-¡Tío, nos has tenido a todos en vilo toda la noche!
-Ya, lo sé. Lo siento.
-Tu hijo también ha desaparecido, ¿estás con él? – David miró a Alejandro.
-Gabriel, Alejandro ha muerto. Envía refuerzos y ambulancias al campamento de los suicidistas. Tengo que hacer una cosa.
-¿Cómo? ¿Qué quiere decir que Alejandro…?
David colgó sin decir adiós. Sabía que Gabriel había oído lo que había pedido. Cogió el megáfono de Héctor y salió de allí. Fue por el pasillo que conducía hasta el centro religioso y abrió los portones principales desde dentro, delante de todos los suicidistas acampados. El sol de la mañana le cegó un instante. Cuando pudo ver observó que los campistas lo miraban. No esperaban que nadie saliera de allí, en teoría estaba cerrado al público. David escuchó las sirenas de la policía y las ambulancias que se acercaban, se puso el megáfono delante de la boca y empezó a hablar.
-Fieles suicidistas. Sois únicos. Tenéis una peculiar forma de ver el mundo que os hace especiales. – Muchos empezaron a acercarse a escucharle. – Este edificio no es vuestro, de la misma manera que vosotros no sois de este mundo. Este edificio es de Ana. Realmente todo gira en torno a ella, todo es gracias a ella – La gente que lo escuchaba daban signos de estar de acuerdo, apoyaban cada una de las ideas que pronunciaba. – Este edificio representa ahora y representará siempre vuestra voluntad de seguir enlazados a este mundo, de pasar por encima de cualquier problema gracias al suicidismo que os alienta. –Hizo una pausa y vio que los agentes de policía, sus compañeros, se colocaban alrededor de todo el campamento, volivó a dirigirse a los suicidistas campistas.- Sois patéticos. Tenéis tan poca autoestima que os agarráis a un clavo ardiendo para sentiros seguros. ¿No lo veis? Lo tenéis a vuestro lado: todo lo que habéis organizado, las alianzas y amistades que habéis creado no necesitan de alguien que os diga qué hacer, porque a la larga dependeréis de ello. Y algún día desaparecerá ¿qué haréis entonces? ¿Qué vais a hacer ahora? – David se dio la vuelta y mirando hacia el edificio dijo: -Yo os digo… ¡Ana no existe!

Los dispositivos reconocieron la frase de activación y detonaron a la vez. La explosión fue más fuerte de lo que David esperaba y lo impulsó hacia atrás. Aun así funcionó su proyecto nocturno: el edificio se derrumbó. La polvareda que desprendió la runa al caer hizo que no se pudiera ver durante un buen rato. Los suicidistas, al ver que su objetivo había sido destruido empezaron a gritar  desconsolados. Uno de ellos se abalanzó hacia David y le cogió del cuello. Los dos cayeron al suelo. Gabriel salió al rescate: arrancó a David de las manos de su atacante y disparó dos veces al cielo. Todos los suicidistas se agacharon ante el impactante sonido. La policía empezó a actuar. David estaba en el suelo de rodillas, lloraba con una sonrisa en la cara. Todo había acabado.

miércoles, 5 de febrero de 2014

El último suicidista (9a parte)

Héctor paró de hablar en seco, su mirada se dirigió por encima del hombro de David hasta la puerta. David se giró poco a poco y vio lo mismo que él. Alejandro estaba viéndolos desde la puerta. Había seguido a su padre hasta allí.
-Entonces… - dijo – ¿Es usted quien está detrás de todo esto?
Héctor puso cara de reconocimiento, de humildad, como si le hubieran alabado una hazaña. Alejandro avanzó poco a poco hacia Héctor. Cuando pasó por al lado de su padre David le susurró “Vete de aquí” pero lo ignoró.
-Eres tú el que me ha dado respuestas a muchas preguntas. Te debo mi nueva percepción de la vida. Te debo muchas cosas.
Alejandro se acercó lo suficientemente a Héctor como para poder abrazarle. David no podía creer lo que veía. La persona que más amaba del mundo estaba abrazando de forma casi paternal al hambre más detestable del mundo. Todo cambió en un segundo. El abrazo se hizo más fuerte e inmovilizó a Héctor, Alejandro lo atrapó y se giró para ver la cara de su padre, Héctor estaba ahora de espaldas a David.
-Papá, salva al mundo. – Dijo Alejandro con lágrimas en los ojos. – Papá, te odio.
El dispositivo ANA que llevaba Alejandro dio un silbido agudo y Héctor se dio cuenta que la sien derecha de Alejandro estaba pegada a la suya y gritó. El dispositivo explotó sin que nadie pudiera hacer nada.
Los dos cuerpos cayeron al suelo ante la mirada sorprendida de David. Le costó una milésima de segundo entender qué había pasado. David dejó caer la pistola y se abalanzó hacia su hijo y lo recogió con sus brazos. Tenía la sien destrozada y la cara casi irreconocible. David gritó de rabia. Sus lágrimas salían de sus ojos descontroladamente. Dio un puñetazo al suelo y luego siguió dándoselos al cuerpo sin vida de Héctor. Se quedó sin fuerzas y cayó de espaldas al suelo. Cerró los ojos. Quería planear su siguiente paso con frialdad. Sabía que no se libraría de ser despedido. No tenía nada que perder. Sonrió. Parecía que aquello había hecho que entendiera, por fin a su hijo. Su hijo. Que yacía muerto a su lado. Le cogió la mano y volvió a llorar. El agujero de su sien dejaba ver su cráneo abierto y parte de la mandíbula. Era impresionante la fuerza de aquellos aparatos. Entonces se le ocurrió la manera de parar todo aquello, o por lo menos intentar pararlo.

El pasillo por donde había venido y el almacén en el que estaba no los había construido Héctor, estaban allí desde la guerra, probablemente abandonado y olvidado por todos y probablemente había más y daban a otras salidas. David había estudiado eso en el instituto. Buscó algún plano o algún papel en el que indicara ésa posibilidad. No encontró nada. Salió hacia el almacén e inspeccionó las paredes. Bingo. Encontró un trozo de pared que claramente estaba construida recientemente. No encontró ningún mazo con el que poder echarlo abajo y, cuando intentó derribarlo un par de veces con el hombro sin éxito, se le ocurrió una alternativa más divertida. Abrió una de las cajas de los dispositivos ANA, leyó las instrucciones e instaló el dispositivo en la pared de la misma manera que indicaban. Al verlo colocado pensó que no iba a ser suficiente e instaló dos más. Cuando hubo acabado gritó “Explotad”, ya que era la frase para de activación de los dispositivos. El estallido hizo que la pared explotara dejando tres agujeros del tamaño de un balón de fútbol. David ayudó con unos golpes a que los ladrillos que quedaban por desprenderse se cayeran. Al otro lado de los escombros había otro pasillo iluminado por luces de emergencia. David entró y avanzó hasta que encontró una escalera en la pared y una trampilla en el techo. Cuando alcanzó a abrirla se asomó y se alegró de estar en el sitio donde sospechaba que le conduciría: el interior vacío del centro religioso. David tenía entonces todo lo necesario para urdir su plan.

lunes, 3 de febrero de 2014

Recomendación: "Rebelión en la granja" - George Orwell

Este es un clásico que hay que leer dos o tres veces para captar y reflexionar en todos los matices que aporta. Este libro lo tuve que leer en la asignatura de Psicología en bachiller para introducirnos en la rama de la sociología, simplemente me encantó.
Es un reflejo de cualquier sociedad histórica protagonizada por animales. Cada uno de los perfiles personales está reflejado en un animal, ¿Cual eres tú?
Muy recomendable para entender el mundo de la política (sobretodo la actual) en clave de humor, pero humor de aquel que te ríes por lo bajo y luego te quedas reflexionando. Lo recomiendo mucho y he de decir que nos lo dieron fotocopiado para que lo leyéramos así que de este libro no tengo ningún ejemplar pero el de la imagen de abajo me gusta y mi cumpleaños es en Julio.
¡Hasta aquí la recomendación de hoy!

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¿Ya has leído el libro? ¿Qué te ha parecido? No dudes en dejar tu comentario. ¡A leer que son dos días!

viernes, 31 de enero de 2014

Recomendación: "El psicoanalista" de John Katzenbach

Esta novela es la última que he leído. Comentando y hablando con una amiga sobre novela negra (uno de mis géneros favoritos) me recomendó firmemente "El psicoanalista", algo que le agradeceré toda la vida. Me enganchó desde la primera página y el nivel de intensidad no disminuyó hasta llegar al final.
Un thriller psicológico ejemplar que te mantiene en tensión capítulo a capítulo. Recomendable a todos los que les gusta este género.
La historia empieza con el "primer día de la muerte" de Frederick, tal y como dice en la nota que recibe en su consulta psiquiátrica. Tiene que resolver un macabro juego que ira destrozando su vida poco a poco y que culminará con dos finales: descubrir la sombra detrás de todo este montaje o suicidarse.
Un libro bien pensado, bien montado y bien escrito, que no te dejará indiferente.

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¿Has leído ya esta novela? No dudes en dejar tu comentario con tu opinión. ¡A leer que son dos días!

jueves, 30 de enero de 2014

El último suicidista (8a parte)

No tardó en encontrar al hombre que buscaba a pesar de que en la foto lucía un peinado arreglado y un afeitado impecable y cuando David lo localizó tenía una melena descuidada y una barba de tres días. Realmente no quería hablar con él. Lo siguió, intentando pasar desapercibido. En cierto momento Héctor salió del campamento y se dirigió por la calle paralela al ayuntamiento, allí entró en un garaje que aparentaba estar cerrado con llave. David lo siguió y entró por el mismo lugar. El garaje solo tenía una puerta que daba a un pasillo subterráneo débilmente iluminado por luces de emergencia, David calculó que estaban pasando por debajo del mismo ayuntamiento. El pasillo finalizaba con otra puerta y David no imaginaba lo que iba a encontrar.
Delante de sus ojos había un almacén inmenso lleno de cajas de dispositivos ANA dispuestos de manera ordenada en altísimas estanterías. David avanzó un tramo de un pasillo que formaban las estanterías maravillado por su visión hasta que localizó una habitación en una esquina del almacén. Cogió su pistola y, apuntando hacia el suelo, se acercó sigilosamente a la puerta. Estaba abierta y la empujó con el hombro para abrirla poco a poco mientras analizaba cada detalle de la habitación que hacía las veces de taller informático. En todas las paredes habían arrinconadas mesas con ordenadores, en las pantallas se podía ver programas abiertos de edición de audio, ventanas con la web de los suicidistas y foros de opinión. Delante de uno de los ordenadores estaba sentado Héctor Jueves de espaldas a la puerta. David levantó la pistola y le apuntó en la nuca.
-¡Policía! – Gritó David, Héctor se quedó inmóvil – No haga ningún movimiento raro, le estoy apuntando con un arma.
El hombre levantó las manos y giró su silla de oficina lentamente. Cuando vio a David sonrió. Se levantó y bajó los brazos.
-Vaya, por un momento pensaba que iba en serio. – Dijo. David no lo entendía. Disparó al techo.
-¿Te crees que esto es de broma? Vuele a levantar las manos y ponte de rodillas. Estas arrestado.
Héctor rió con una carcajada estridente. Cuando acabó, suspiró y se frotó los ojos con la mano.
-Mira, pareces un tío listo. – Dijo Héctor. David hizo un gruñido parecido a una risa ahogada. – De verdad te lo digo. No sé si eres policía porque no me has enseñado la placa. Pero puedo ver que, en caso de que lo fueras, me has encontrado solo. Y no te alabo por seguir a un hippy a un subterráneo si no porque estoy seguro que sabias a qué hippy tenías que seguir. ¿Cómo me has encontrado? Si puede saberse…
David vaciló.
-Dejaste una huella en aquella mano… la verdad es que no fue fácil. – David también sonrió, la confianza que aquel hombre desprendía lo hacía con una esencia de inteligencia que David, más allá de respetar, veneraba. No era la primera vez que la encontraba.
-¿Una huella? Vaya, tendré que revisar su efecto una vez más…
Se acercó a un teclado de los ordenadores, pero antes de apretar nada David hizo un movimiento brusco que Héctor percibió como un aviso de no hacer ninguna tontería. Héctor volvió a sonreír pero esta vez con lástima en sus ojos.
-Vaya, no entiendes nada de esto, ¿verdad? – Hizo una pausa y se puso las manos en la espalda – ¿Sabes dónde estamos? – Al no recibir respuesta por David siguió hablando – Esto es el núcleo de la salvación del mundo.
-¿Salvación? ¿Darle herramientas a la gente para un suicidio aceptado por sus iguales es salvarlo?
-¿Es así cómo lo ves? El árbol no te deja ver el bosque. ¿Sabes cuál es el principal problema de este mundo? Que hay demasiadas personas. Y no me malentiendas, no soy un loco que desea exterminar a la humanidad de la faz de la tierra. Sólo quiero eliminar su excedente. Las personas que no creen que merecen vivir en este mundo no hace falta que sigan aquí. Yo sólo les doy apoyo moral.
-¡Eso no es apoyo moral! Es una mentira envuelta en papel de regalo.
Héctor rió. David siguió apuntándole.
-Buena analogía. Sí, es algo así. Pero…
-¡Nada de “peros”! Ahora mismo te llevo a comisaría, vas a tener que explicar todo lo que has hecho a mucha gente.

-Sigues sin entenderlo. ¿Crees que estoy solo en esto? ¿No ves que yo solo no podría subvencionar todo esto? No has pensado que, quizás estoy respaldado por… ¡oh!

martes, 28 de enero de 2014

Recomendación: "En busca del unicornio" de Juan Eslava Galán

Empezamos la serie de recomendaciones con un grande. Este libro fue premio Planeta en 1987 pero podría haber pasado por un clásico de la época de el Cid campeador. Su lenguaje está basado en el castellano antiguo pero se entiende a la perfección. Y es que además es gracioso, no le falta humor (sobretodo en los primeros capítulos).
Es un relato en primera persona, narrado por Juan de Olid, un inocente escudero que va creciendo a medida que se desarrolla la historia. Su aventura se basa en la misión encomendada por el mismo rey Enrique VI de Castilla que le confía la búsqueda del unicornio y la misión de capturarlo y hacerse con su cuerno, ya que tiene propiedades viriles (algo de lo que cojea Su Majestad). Junto a él van una legión de ballesteros y una virgen (necesaria para la captura del animal) con sus doncellas). Todo el libro relata la ida y la vuelta en su viaje a través de África durante los 20 años que gasta.

Imagen: http://descargar-libros.com/static/img/cover_image/17652-en-busca-del-unicornio.jpg
Una lectura totalmente recomendada, única en su especie y con un final que no dejará indiferente al lector.

lunes, 27 de enero de 2014

El último suicidista (7a parte)

David sonrió. Sonrió por dos motivos: el primero era que sabía que era verdad, que podía contar con él en lo que fuera y el segundo era que Gabriel había salido de allí sin pagar, a propósito. David se quedó en el bar un rato más, estaba suscrito a la web de los suicidistas y acababa de recibir una notificación al móvil de un nuevo vídeo. Se puso los auriculares y le dio al play. El vídeo volvía a contener la voz de Ana. Esperaba que sus fieles hubieran disfrutado de la mano que, desde el cielo, ella había enviado para ayudar. Daba gracias a todos sus seguidores por el apoyo del día anterior y por la idea de acampar en la plaza hasta que el ayuntamiento cediera.
David recordó entonces que había visto al científico Héctor Jueves en la concentración del día anterior: era uno de los que llevaba megáfono. David decidió ir a la acampada a investigar. Llegó sin problemas a la plaza, pero entrar a ella fue más difícil, habían delimitado el perímetro con tiendas de campaña y habían dejado dos entradas vigiladas por dos hombres grandes como gorilas que sólo dejaban entrar a los que tuvieran el dispositivo instalado. David les pidió pasar enseñándoles la placa policial pero eso les dio a los vigilantes más motivos para no dejarlo entrar. Entonces David escuchó una voz que le hizo sentir emociones contradictorias.
-¿Papá? – Su hijo lo saludaba desde el otro lado de los gorilas. Alejandro se acercó a ellos – No os preocupéis, es mi padre, dejadlo pasar.
A regañadientes los hombres se apartaron y dejaron pasar a David. Padre e hijo se abrazaron. Ambos querían saber qué hacia el otro allí.
-Esto es genial, papá. Los campistas son muy amables y han creado una pequeña sociedad. Está viniendo gente de todos los puntos del país.
-Me alegro que estés disfrutando, hijo.  – David quiso ser amable con él, pero su intención era acabar con todo aquello cuanto antes. – Me preguntaba si podrías ayudarme. ¿Has visto a este hombre?
David le enseñó la foto que Gabriel le había dado antes.
-Sí, claro. Lo conozco. ¿Ha hecho algo malo?
-De momento no lo sé. Dime dónde lo puedo encontrar, quiero hablar con él. No puedes venir, lo siento.
-Por allí – Alejandro señaló el lugar y David hizo el gesto para irse, pero su hijo lo cogió del brazo. – ¿Sigues enfadado? ¿No le vas a hacer daño, verdad?
Lo dijo como si ambas preguntas estuvieran relacionadas. David quiso tranquilizarlo e intentó darle la mirada paternal más serena que pudo. Le dio un beso en la frente a su hijo y se fue sin decirle nada.

viernes, 24 de enero de 2014

El útlimo suicidista (6a parte)

-¡Ana está con nosotros! – Dijo un hombre que poseía un megáfono. Todos empezaron a gritar y a vitorear por lo que había pasado. Su líder se había manifestado, estaban en éxtasis.
-Vámonos de aquí. – David volvió a coger el brazo de su hijo y lo sacó de allí. Alejandro no entendía la violencia con la que su padre lo arrancaba de la multitud pero no quiso oponerse mucho, estaba muy excitado. Se subieron los dos en el coche.
-¿Has visto eso? –Dijo Alejandro emocionado - ¡Ha sido una pasada! Ana ha cumplido lo que…
-¡Cállate! No quiero que vuelvas a decir ni una palabra de todo esto, no en mi presencia.
-Pero…
-Nada de “peros”. Vámonos a casa.
El viaje de vuelta a casa fue silencioso, ninguno dijo una palabra, los dos tenían la misma expresión en sus caras. Llegaron a casa y Alejandro se fue directo a su habitación y mostró su rabia dando un portazo. La mujer de David se acercó curiosa.
-¿Qué ha pasado?
David se sirvió una cerveza y se sentó en la mesa de la cocina.
-Esto es una locura. Pon la televisión.
Las cadenas de televisión ya estaban haciendo un noticiario especial con las imágenes de los múltiples vídeo-aficionados que asistieron. David le iba explicando cómo había ido la concentración completando su narración con las imágenes televisivas. Al acabar cerró la televisión.
-¿Qué vamos a hacer ahora, David?
David tenía una expresión furiosa propia de cuando se concentraba. Su mujer sabía que cuando ponía ese gesto estaba pensando: era el mismo que ponía cuando resolvía sus crucigramas, pero a veces daba miedo. Hubo un momento de silencio, David lo rompió.
-Mira, vamos a descansar. Supongo que mañana en la comisaría abrirán un informe de actuación: lo de la secta ha roto la línea de lo privado a lo público. Me presentaré voluntario para la investigación. – Se levantó y se acercó a su mujer – Todo irá bien. – La besó en la frente – Vamos a dormir.
A las tres de la mañana David aún no había pegado ojo. Decidió cansar la vista mirando vídeos de la web suicidista a ver si encontraba algún dato relevante que pudiera conducir la investigación hacia alguna dirección. Llevaba viendo los videos subidos por los fieles durante veinte minutos y entonces lo vio. ¡Aquella mano tenía huella dactilar! Era parcial y visible sólo según la perspectiva desde donde el video era grabado, pero podía combinar diferentes vídeos recogidos desde diferentes ángulos. Pasó la noche haciéndolo. Combinó las capturas hasta tener una huella semi-completa de aquella mano. Era un comienzo. Era un gran comienzo. Imprimió la huella, la guardó y se fue a la cama satisfecho. Al día siguiente se levantó tarde a causa de la falta de sueño. Había decidido hacer una investigación por su parte, notaba que aquello era personal, debía arreglarlo sin los baches burocráticos que estaba acostumbrado a ver en su comisaría. Llevó la huella al edificio de la policía científica. Allí conocía a uno de los trabajadores, Gabriel, habían sido amigos desde la universidad. Pedirle que buscara una huella en la base de datos no era un favor imposible. De hecho iba a cambiar ese favor por una taza de café. David esperó en el mismo bar de siempre hasta que Gabriel tuvo la concordancia de la huella.
-Vaya, tienes unos amigos muy raros. – Le dijo Gabriel cuando llegó al bar.
-No esperaba que fuera alguien normal ¿Quién es el dueño de la huella?
-Héctor Jueves. Sí, se apellida como el día de la semana. Es una especie de “científico loco”. – Gabriel le enseñó un informe con fotos del individuo. – Fue detenido por realizar experimentos en humanos. Utilizaba vagabundos para realizar pruebas, estuvo en la cárcel por ello. No mató a nadie, así que la condena no fue muy larga, ya sabes cómo es la justicia en este país. Era licenciado en Biología y en la cárcel complementó sus estudios con biotecnología. ¿Quién estudia biotecnología en la cárcel? Joder… Estás pensando algo, has puesto la cara de pensar. – Le dijo a David con una sonrisa.
-¿Eh? Si, la verdad… He visto a este hombre en otro sitio.
-Ten cuidado. No sólo por hacer una investigación por tu cuenta. Este tío es peligroso, si te captura no dudará en hacerte objeto de sus experimentos.
-Sí, iré con pies de plomo. Gracias por todo.
-Oye, ¿Puedo hacerte una pregunta? – David asintió - ¿Quién este tío para ti? ¿De dónde has sacado la huella?
David suspiró con fuerza. No sabía si explicarle o no lo sucedido hasta ese momento. Le dio un sorbo a su café.
-Creo que este hombre está detrás de todo el asunto de los suicidistas. – Gabriel no hizo ninguna expresión, siguió mirándole serio con los brazos cruzados, como esperando a que continuara. David sabía que Gabriel era su amigo, que podía confiar en él, que estaría dispuesto a perder su trabajo para proteger lo que pudiera confiarle. David le explicó, sin darle muchos detalles, cómo consiguió la huella y porqué quería llegar al fondo del asunto sólo. Al acabar su discurso Gabriel sólo levantó una ceja y dijo:
-No creo que hagas lo correcto, debes confiar en todo el cuerpo de policía que tienes a tu disposición. – Hizo una pausa, se acabó de tomar su café – Pero si necesitas ayuda sabes dónde encontrarme.
Se levantó, le dio la mano a David y se marchó del bar. 

martes, 21 de enero de 2014

El último suicidista (5a parte)

Era común que, cuando David se enfadaba con su hijo Alejandro, hablaba con él a través de su mujer y dando a entender que, en ese instante no era hijo suyo, sino de su mujer.
-David, tranquilo. Yo también he puesto el grito en el cielo. – Lo cogió del brazo y lo metió en la cocina para hablar sin que Alejandro escuchara. – Pero he estado hablando con él, parece que ha reflexionado mucho antes de hacerlo. Lo veo un poco más feliz, incluso ha llamado y ha hablado con su abuelo, con tu padre, y le ha pedido perdón por todo lo que ha hecho.
Alejandro y su abuelo no tenían muy buena relación. Nadie sabe cómo empezó, pero en las reuniones familiares no se hablaban y, si lo hacían, cada palabra era como un dardo lleno de veneno. David no supo cómo sentirse al oír aquello. Por fin su hijo y su padre rompían las barreras que ellos mismos construyeron. Se sentía aliviado. Pero ese pensamiento fue solo durante un instante. David no era de los que pensaba que el fin justificaba los medios. Decidió ir a hablar con su hijo de inmediato. De hombre a hombre.
Fue a la habitación de Alejandro y se sentó en la cama. Su hijo estaba de espaldas a su padre, mirando la página web de los suicidistas, viendo vídeos nuevos.
-Alejandro… mira, no quiero que te enfades, ni me quiero enfadar. Sólo me disgusta que no me hayas consultado algo así de importante antes…
David dejó de hablar ya que escuchó pequeños sollozos: Alejandro intentaba no llorar. Giró su silla y abrazó a su padre.
-Lo siento mucho papá. Tendría que habértelo dicho antes. Espero que lo entiendas.
-Mira, yo te apoyo en lo que sea, pero me decepciona que no cuentes conmigo a veces. Sobre todo con lo que acabas de hacer. Espero que te quites ese cacharro.
-Es que… ya no se puede. Es permanente – David cerró los ojos y respiró profundamente para no cabrearse, su hijo siguió: - No te preocupes, mañana hay una concentración y luego una asamblea de los suicidistas para darnos a conocer mejor y afiliar a la gente. Vente, no te pido que te unas, solo que vengas y abras la mente. – Hubo un momento de silencio, continuó. – Debes entender que esto no quiere decir que me voy a suicidar en cualquier momento. Sólo que ahora tengo el recuerdo de lo que me ata a este mundo de una manera más intensa y quiero hacerla más fuerte.
David no creía lo que estaba pasando. Notaba una sensación de miedo invadiéndole el cuerpo. No sabía si su temor era por escuchar esas palabras de la boca de su hijo o que la voz que le hablaba envolvía aquel argumento de sentido. Por un instante Alejandro casi convence a su padre pero David se dio cuenta que el amor que le tenía a su hijo creaba una empatía hacia aquella locura.
-Ya veremos – dijo David y se fue de la habitación.
Esa noche, acostado en la cama al lado de su mujer, investigó sobre el suicidismo. Buscó toda la información que pudo en internet y revisó toda la página web de la secta de arriba abajo. Intentó darle un enfoque objetivo e imparcial. El último vídeo publicado volvía a tener la voz de Ana y pedía a todos sus fieles que asistieran a la concentración para pedir que el ayuntamiento les concediera el centro religioso abandonado de la plaza mayor. Ana también decía que intentaría, con todos los métodos posibles, echarles una mano. David quería descifrar qué significaba aquello, dónde iba a llevar todo eso, quién podría beneficiarse de algo así… pero cuanto más indagaba menos respuestas encontraba.

David decidió ir a la concentración con su hijo. No esperaba recibir ninguna revelación divina ni ninguna epifanía, pero a lo mejor encontraba algunas respuestas o algún líder entre ellos que las diera. Lo curioso es que no era el único. Cuando llegaron dónde estaba la multitud corría el rumor de que la mismísima Ana iba a presentarse. Muchos tenían camisetas con su cara o con la frase “Nada que perder” y casi todos tenían el dispositivo ANA instalados. La concentración empezó como una caminata pacífica desde la casa de Ana hacia la plaza Mayor, pero muchos de los suicidistas llevaban megáfonos y empezaron a gritar que el edificio era legítimamente suyo e intentaban convencer a la gente de utilizar su dispositivo en caso de que el ayuntamiento no lo concediera. Utilizaban argumentos propios del suicidismo pero los tergiversaban. Los que fueron convencidos por estos iban más animados y el trayecto acabó en una manifestación delante del ayuntamiento. David estaba con Alejandro en el perímetro de la multitud para tener una oportunidad de salir de allí corriendo en caso de que aquella manifestación se convirtiera en algo peligroso. A un hombre lo levantaron entre dos y, cuando consiguió erguirse cogió un megáfono y empezó a hablar.
-Hermanos, todos sabemos por qué estamos aquí. Sentimos que no somos parte de este mundo y sabemos que este edificio abandonado tampoco lo es. Este edificio es nuestro por legitimidad poética – David rió para sí mismo -, es nuestro hermano y si el ayuntamiento no nos lo otorga lucharemos por él como mejor sabemos. Hagamos de nuestra mayor fortaleza un arma. Que caiga en sus hombros el peso de nuestro sacrificio.
Algunos de ellos empezaron a corear en voz alta: “Nada que perder”. El resto se le unió en poco tiempo. David iba a coger a su hijo y a salir de allí aunque tuviera que arrastrarlo. Lo cogió del brazo para salir pero un trueno atrajo la curiosidad de todos. La atención pasó del hombre del megáfono al cielo, ahí se estaba formando un cúmulo de nubes que poco a poco iban formando la figura de una mano que señalaba el edificio del ayuntamiento y poco a poco iba acercándose a él. El viento se levantó y una llovizna caía encima de los presentes. David susurró un leve “no puede ser” para él mismo mientras contemplaba aquel increíble suceso. La mano cada vez se acercaba más rápido al ayuntamiento hasta que chocó contra el edificio, los cristales de las ventanas y vidrieras estallaron. Los que estaban más próximos se cubrieron la cabeza cuando los trozos de cristal cayeron al suelo. Un golpe de viento hizo que la mano se difuminara convirtiéndose en una neblina y durante unos segundos se hizo el silencio.

martes, 14 de enero de 2014

El último suicidista (4a parte)

Aquel chaval se había aprendido bien los argumentos principales del suicidismo. David no creía lo que veía. Era una amenaza de muerte invertida. El propietario del bar, que reconocía al chico por ser un cliente habitual, apretó los dientes con fuerza. Todos los clientes estaban pendientes de su decisión. Probablemente era un farol, pero no quería arriesgarse a intentarlo.
-Un café con hielo, ¿no? – dijo el propietario. El chico sonrió.
-Sí. Me alegro que te acuerdes. Perdona, por lo que te he hecho pasar.
El chico intentó darle una palmada amistosa en el brazo pero el hombre apretó los dientes con rabia, dio media vuelta y se fue a preparar el pedido. David no creía lo que veía. Ahí residía el poder de los suicidistas. Era algo horrible. No podía quedarse con los brazos cruzados. La firmeza del chico le sorprendió y David quería saber más. Se levantó, cogió su almuerzo, poniéndolo encima de su libro de pasatiempos que ahora hacía las veces de bandeja y se sentó en la mesa del chico que había protagonizado aquella escena.
-Hola. –Dijo con una sonrisa.
-Buenos días, agente. – Dijo el chico un poco cohibido. El uniforme policial siempre impone.  - ¿He hecho algo malo?
-No, no. No pasa nada. Técnicamente no estoy de servicio, es mi descanso. Quería hacerte unas preguntas, de manera personal.
-Adelante. – Llegó su café con hielo a la mesa y le puso el azúcar.
-Me gustaría saber más cosas sobre esto del suicidismo. No me quiero afiliar. Estoy seguro que nunca lo haré. Pero quiero entender más de vuestra “sabiduría”.
- Vaya, señor agente, es una pena que no quiera hacerse uno de los nuestros. Seguro que lo disfrutaría.
David se rió sin muchas ganas.
-No, chaval. Lo que no entiendo es cómo no tenéis miedo de que el dispositivo explote sin que se lo mandes.
-¡Para nada! Sólo se activará con el comando de voz que elegí y con mi voz.
-¿Y si te olvidas de él?
-Mira, cuando recibí el dispositivo había un manual de uso que recomendaba que la frase detonadora fuera lo contrario a lo que te hace seguir viviendo. – David lo miró sin entenderlo mucho – Me explicaré: si yo, por ejemplo, tengo una novia que se llama Marta y ella es la única que me retiene aquí, mi comando de voz será “Ya no amo a Marta” o “Marta y yo ya no nos queremos”. Ahí está la genialidad del aparato. No somos suicidas, somos suicidistas. Tenemos muy presente lo que hace que no nos matemos, y pasamos el día reforzando ese vínculo. Es sutil, pero es una alabanza a la vida.
Para David seguía siendo una locura. Tenía sentido, todo el rollo del “vínculo que lo mantenía con vida” estaba bien, pero no creía que hubiera que llegar a esos extremos. Le agradeció la charla a aquél chico, pero seguía compadeciéndose de él.
David llegó a casa a las cinco de la tarde, como siempre. No estaba cansado, el día había sido tranquilo pero los problemas iban a empezar en ese instante. Su hijo Alejandro se acercó a él con expresión nerviosa. Le dijo con voz temblorosa:
-Papá, no me mates. Mira.
Alejandro se puso de perfil a su padre y le enseñó el dispositivo ANA instalado en su sien derecha. A David se le cayó el mundo encima. La rabia poco a poco le llenó cada uno de los poros de la piel. Lo primero que hizo fue buscar a su mujer.

-¡Clara! ¿Has visto lo que ha hecho tu hijo?