martes, 7 de enero de 2014

El último suicidista (1a Parte)

El día empezó como un jueves normal. En la calle principal de la cuidad se manifestaban jóvenes, ancianos y todo tipo de personas haciendo una ruta que finalizaba en la plaza principal. Todos ellos eran fieles a la religión de moda, el suicidismo. Eran fácilmente reconocibles por su dispositivo ANA en sus sienes. Los manifestantes reclamaban el centro religioso abandonado que estaba junto al ayuntamiento. Decían que el edificio era suyo, les pertenecía por derecho y si no se les entregaba harían estallar sus dispositivos. No tenían nada que perder y la carga de un suicidio caería sobre los hombros del ayuntamiento, sobre sus conciencias. Sería sin lugar a dudas una bomba mediática. Los suicidistas tenían un solo lema: “Nada que perder” y pretendían llevarlo a cabo de la manera más radical. Entonces ocurrió. Una mano gigante, hecha con las nubes de los alrededores, destrozó las vidrieras del ayuntamiento.

Todo empezó cinco meses antes, en el lugar que no existe: internet. Los blogueros que suben vídeos en internet (también conocidos como “vlogueros”, poniendo la uve de “vídeo” en vez de la be) eran cada vez más populares y entre ellos estaba Ana. Esta chica comentaba los acontecimientos más importantes desde un punto de vista bastante pesimista y muy destructor, ese perfil arrasador envuelto en vocabulario adolescente le daba fama. No tenía ninguna pretensión de popularidad ni seguía ningún grupo étnico, simplemente decía lo que pensaba. Un día decidió hacer un vídeo en stream, es decir, en directo y lo anunció durante semanas antes para crear expectación y público. Más de cinco mil personas vieron su vídeo alrededor del mundo.
Buenas noches, queridos vídeo-videntes. Una vez más me presento ante vosotros. El vídeo de hoy será especial porque es el último que quiero hacer. Quiero explicaros lo que me lleva ante este ojo mecánico cada semana y me transporta a vuestras casas: nada. No hay nada que me motive. Estos vídeos no los hago por vosotros, ni por mí. De hecho, he descubierto que no hay nada que me motive a hacer las cosas. Estoy vacía pero antes no lo estaba. Este mundo lleno de dolor, sacrificios y sueños inalcanzables ha acabado por vaciarme hasta el punto que me muevo por inercia. Y por ello os voy a decir adiós de manera definitiva. – En ese instante sacó un revólver – No quiero dar a entender que estoy desesperada ni loca. Quiero que entendáis que esto está totalmente razonado. He descubierto que nada me ata a este mundo, que no tengo control sobre él excepto por una cosa: mi propia existencia.  No tengo nada que perder. Así que voy a mostraros cómo tomo el control sobre algo, cómo soy feliz. Adiós.

La última imagen del vídeo muestra a Ana disparándose en la sien derecha.

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