- Es que a veces me pregunto qué tienen los
demás que no tenga yo, ¿sabes? Me frustra mucho escribir semana tras semana y
no tener más lectores de lo habitual. Sólo pido que me comenten los relatos,
por lo menos.
- Te entiendo – David se llevó la taza de
café a los labios y le dio un sorbo. Prosiguió – Tú no te desesperes, no
escribes mal y lo que haces es interesante, pero necesitas un “bum”.
- ¿Un “bum”? – Le dije sonriendo.
- Sí, ya sabes, un relato de impacto. Muchos
artistas tienen un montón de obras pero solamente son conocidos por una, la que
causa más sensación, la que llega más a la gente.
- Te entiendo. – Tenía razón, necesitaba un
gancho, un relato realmente bueno. Estaba pensando continuar Mi parte de la herencia, hacerle una
segunda parte, probablemente dibujarle una ilustración.
Dejamos el tema rápidamente y hablamos de lo
de siempre: videojuegos, cómics, antiguos profesores… lo habitual de cuando
David y yo quedamos.
- Por cierto, - me dijo – ¿Artur te devolvió
aquel relato? El del chico que se queda en el ascensor con Cristiano Ronaldo…
- No, ni espero que lo haga, le dije que se
lo podía quedar.
Artur fue mi profesor de filosofía en
bachiller. Algunos de los relatos que están publicados en el blog los escribí
en esa época pero en aquel entonces escribía como terapia: muchos de los
relatos me daban vueltas en la cabeza y “me pedían” salir de ahí, así que los
ponía por escrito.
David me acompañó hasta casa, rechazó mi
oferta de quedarse a cenar, cogió la bici y se fue. Yo comí un poco de pizza y
me fui a la habitación. Miré las visitas del blog: seguían igual que cuando me
fui. Le envié un mensaje a Nerea diciendo que tenía sueño y que no me iba a
conectar, pero simplemente es que no tenía ganas de hablar.
El día siguiente me quedé en casa, no tenia
clase a causa de la enésima huelga de estudiantes. Me levanté tarde y desayuné
la pizza del día anterior. Aun no había dado el segundo mordisco cuando sonó el
timbre de la puerta. Pensé que sería la cartera así que ni siquiera me preocupé
por como llevaba el pelo o por ir en pijama. Abrí la puerta. Dos hombres con
uniforme de policía me observaron. Más bien me analizaron con la mirada.
- ¿Esta es la residencia de Efrain Pérez?
- Es Efraín, con acento en la i. Y sí, soy
yo.
- Somos el agente González y Pereira, de la
policía de investigación. ¿Podemos hablar contigo?
La pregunta que hizo sonaba imperativa. Me
mostró la placa, y les invité a pasar. Se sentaron en la mesa del comedor.
- ¿Quieren algo? Un café… Algo de pizza de
ayer…
- No, estamos de servicio – Me dijo uno de
los dos.
Me senté delante de ellos con mi desayuno a
medio comer.
- Cristian Ramírez y Benjamín Castro. ¿Te
suenan esos nombres? – me dijo tajante.
- No
- Los asesinaron ayer por la noche, - dijo,
mientras me enseñaba unas fotos de aquellos dos pobres chavales – ¿te suenan
estas caras?
- La verdad es que no, - le dije – además no
soy muy bueno recordando rostros. ¿Por qué han acudido a mí?
Ambos se miraron, uno de ellos sacó del
maletín que llevaba unas fotocopias que reconocí al momento: eran fotos de mi
blog de relatos.
- El autor del crimen ha escrito con la
sangre de las víctimas una dirección en la escena del crimen que nos ha llevado
directamente a tu blog, concretamente a la página en la que publicaste un
relato llamado Súper día.
- ¿En serio? – Me quedé perplejo – ¿Están
seguro de eso?
- Totalmente seguros, como puedes ver en esta
foto, no hay duda de que la dirección web se lee correctamente, y ya estarás
familiarizado con ella.
Miré la foto detenidamente. En ella se
apreciaba la dirección de mi blog escrita en un espejo, se podía ver al hombre
que había tomado la foto apuntando con la cámara. Sin duda se leía sin
dificultad el enlace.
- ¿Dónde está escrita? ¿Qué sitio es este?
Los dos agentes se volvieron a mirar.
- La cuestión es que de alguna manera estás
relacionado con la escena del crimen. ¿Dónde estuviste ayer entre medianoche y
las tres de la madrugada? – Siempre he querido que me hicieran esa pregunta,
queda muy de película de detectives. Pero realmente no es nada agradable cuando
te la hacen.
- En mi cama, durmiendo, como todo el mundo.
– Le dije crispado
- ¿Alguien lo puede corroborar?
- Mis hermanos se quedaron hasta tarde
jugando a la consola. La puerta es muy ruidosa al cerrarse, si alguien hubiera
salido de casa lo habrían oído.
- De acuerdo. Aquí tienes nuestro número de
teléfono. Si te viene alguna idea de porqué tu blog sale en la escena de un
crimen llámanos. Te lo agradeceremos.
Se fueron de inmediato. Lo primero que hice
cuando me dejaron solo fue poner la televisión, el canal de noticias 24 horas,
a ver si hablaban del asesinato. A ver si me daban publicidad gratuita.(Puedes leer Súper día aquí: http://olor-a-libro.blogspot.com.es/2013/03/super-dia.html )
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