jueves, 16 de mayo de 2013

El relato de mi vida (Parte 2)


No dijeron nada en ningún telediario de ningún canal. Ni ese ni los siguientes tres días después de la visita. El fin de semana lo pasé con Nerea, mi novia. Le expliqué lo que había sucedido. Ella se mostró más interesada que yo sobre ese suceso. Íbamos a dar un paseo por Barcelona, pero cuando le comenté lo que había pasado quiso cancelar los planes.
- ¿Cómo? ¿Quieres que hagamos una investigación nosotros?
- ¡Claro! – Me dijo entusiasmada – Lo que ha pasado te afecta bastante como para que te llamen cada día por si se te ocurriera algo o, por lo menos, para que te lleven al lugar de los hechos por si puedes averiguar algo. Ya que no lo hacen busca por tus propios medios. Indaga quién pudo ser y porqué lo hizo.
No era mala idea. Fuimos a su casa y nos conectamos con su portátil a mi blog: era el sitio más lógico por el que empezar. Como de costumbre no había ningún comentario en el relato Súper día.
- ¿Ahora qué? – Le dije. La verdad es que mi posición era bastante escéptica ante aquella situación.
- ¡Aquí! – Dijo señalando la pantalla. – Podemos mirar la procedencia de los visitantes.
- Sería buena idea, si no fuese por que cuando entro yo, que vivo en Esparreguera me localiza en Malgrat de mar. Vete a saber a cuantos quilómetros estoy yo de Malgrat de mar.
Me miró frustrada. Realmente le había roto parte de la ilusión. Ella estaba más ilusionada que yo en ese tema. Por lo menos hasta que recibí la llamada momentos más tarde. Una voz que desconocía me hablaba sereno pero con impaciencia por el otro lado de la línea.
- ¿Hablo con Efraín Pérez?
- Sí, ¿Quién es?
- Soy el inspector de policía Andrés Segovia. Tenemos que vernos ya. Es muy urgente.
-Es sobre el asesinato que hubo hace un par de días, ¿no? – Me temía lo peor: mi vida corría peligro y tendría que acoger otra identidad para protegerme. Nada más lejos de la verdad.
- De hecho, no. Ha habido otra víctima, en realidad dos. Y puede que el montaje del crimen te resulte familiar.
Un coche patrulla vino a buscarme a casa de Nerea, fuimos los dos al lugar donde el autor del anterior asesinato había vuelto a actuar. Era en mi pueblo, Esparreguera, concretamente en mi antiguo instituto, el lugar donde cursé mi educación secundaria. Todo el personal del centro y los alumnos habían sido evacuados y la zona estaba llena de cinta de la policía. En el patio, bajo una ventana abierta del segundo piso había un bulto tapado con una manta, supuse que ahí estaría la víctima. El coche aparcó de mala manera y el hombre con el que había hablado por teléfono se acercó a mí.
- Hola, Efraín, supongo. – Me tendió la mano. – Y esta chica es…
- Mi novia, Nerea – Nos dimos un apretón de manos, la piel de sus palmas era dura como el cartón.
- Os aviso, si sois muy sensibles con estas cosas no miréis. Quiero enseñaros el cadáver.
A mí me encanta la novela negra. Admiro a los detectives retirados que tienen que volver a desempolvar sus utensilios de investigación para resolver “el caso de su vida”, siempre han sido un ejemplo de intelectualidad para mí. Pero estar delante de un cadáver con el cráneo abierto te hace apreciar la vida tranquila que llevas como simple lector de libros. Cuando vi a aquel chico muerto supe porqué estaba yo allí.
- Al su lado – dije señalando el cadáver – tiene un gato muerto. Esto es como en el relato de Súper día que escribí. Es el relato que había en el enlace que escribió en el otro asesinato. Nos estaba avisando.
- Así es. – Dijo el Inspector Segovia. 

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