No dijeron nada en ningún telediario de
ningún canal. Ni ese ni los siguientes tres días después de la visita. El fin
de semana lo pasé con Nerea, mi novia. Le expliqué lo que había sucedido. Ella
se mostró más interesada que yo sobre ese suceso. Íbamos a dar un paseo por
Barcelona, pero cuando le comenté lo que había pasado quiso cancelar los
planes.
- ¿Cómo? ¿Quieres que hagamos una
investigación nosotros?
- ¡Claro! – Me dijo entusiasmada – Lo que ha
pasado te afecta bastante como para que te llamen cada día por si se te
ocurriera algo o, por lo menos, para que te lleven al lugar de los hechos por
si puedes averiguar algo. Ya que no lo hacen busca por tus propios medios.
Indaga quién pudo ser y porqué lo hizo.
No era mala idea. Fuimos a su casa y nos
conectamos con su portátil a mi blog: era el sitio más lógico por el que
empezar. Como de costumbre no había ningún comentario en el relato Súper día.
- ¿Ahora qué? – Le dije. La verdad es que mi
posición era bastante escéptica ante aquella situación.
- ¡Aquí! – Dijo señalando la pantalla. –
Podemos mirar la procedencia de los visitantes.
- Sería buena idea, si no fuese por que
cuando entro yo, que vivo en Esparreguera me localiza en Malgrat de mar. Vete a
saber a cuantos quilómetros estoy yo de Malgrat de mar.
Me miró frustrada. Realmente le había roto
parte de la ilusión. Ella estaba más ilusionada que yo en ese tema. Por lo
menos hasta que recibí la llamada momentos más tarde. Una voz que desconocía me
hablaba sereno pero con impaciencia por el otro lado de la línea.
- ¿Hablo con Efraín Pérez?
- Sí, ¿Quién es?
- Soy el inspector de policía Andrés Segovia.
Tenemos que vernos ya. Es muy urgente.
-Es sobre el asesinato que hubo hace un par
de días, ¿no? – Me temía lo peor: mi vida corría peligro y tendría que acoger
otra identidad para protegerme. Nada más lejos de la verdad.
- De hecho, no. Ha habido otra víctima, en
realidad dos. Y puede que el montaje del crimen te resulte familiar.
Un coche patrulla vino a buscarme a casa de
Nerea, fuimos los dos al lugar donde el autor del anterior asesinato había
vuelto a actuar. Era en mi pueblo, Esparreguera, concretamente en mi antiguo
instituto, el lugar donde cursé mi educación secundaria. Todo el personal del
centro y los alumnos habían sido evacuados y la zona estaba llena de cinta de
la policía. En el patio, bajo una ventana abierta del segundo piso había un
bulto tapado con una manta, supuse que ahí estaría la víctima. El coche aparcó
de mala manera y el hombre con el que había hablado por teléfono se acercó a
mí.
- Hola, Efraín, supongo. – Me tendió la mano.
– Y esta chica es…
- Mi novia, Nerea – Nos dimos un apretón de
manos, la piel de sus palmas era dura como el cartón.
- Os aviso, si sois muy sensibles con estas
cosas no miréis. Quiero enseñaros el cadáver.
A mí me encanta la novela negra. Admiro a los
detectives retirados que tienen que volver a desempolvar sus utensilios de
investigación para resolver “el caso de su vida”, siempre han sido un ejemplo
de intelectualidad para mí. Pero estar delante de un cadáver con el cráneo
abierto te hace apreciar la vida tranquila que llevas como simple lector de
libros. Cuando vi a aquel chico muerto supe porqué estaba yo allí.
- Al su lado – dije señalando el cadáver –
tiene un gato muerto. Esto es como en el relato de Súper día que escribí. Es el relato que había en el enlace que
escribió en el otro asesinato. Nos estaba avisando.
- Así es. – Dijo el Inspector Segovia.
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